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domingo, 22 de octubre de 2017

De la Felicidad, lo transitorio y las ensaladas

Cuán difícil es a veces decirles a otros, que nacimos para ser felices. Pensamos que no somos merecedores de la felicidad por el simple hecho de que creemos entenderla como el logro de todas las cosas que nos ayudan a vivir mejor, más cómodos, estables o exitosos, o sin problemas… es la gran mentira con la que fuimos criados y que por costumbre, cultura o lo que sea que entendieron quienes nos amaban, sembraron la absurda semilla de la propensión al fracaso y a la inminente infelicidad.

Lo que he aprendido con el tiempo es que creemos en que no puede existir lo absoluto cuando hablamos de felicidad, el tema siempre ha estado vinculado desproporcionadamente a aquellas cosas que hacen del placer el fin último de nuestra existencia y aunque si puede haber un resquicio de “felicidad absoluta” ésta no tiene que ver con la oferta diaria de ese mercado de la prosperidad al que no todos tenemos la oportunidad de alcanzar y que desde luego,  nos hace muy infelices no hacerlo.

En mi itinerancia laboral al regresar a mi país, luego de grandes éxitos en una empresa en la que trabajaba, me encontré en una situación muy difícil en la que mis aspiraciones eran borradas con la etiqueta de “No hay plazas”, “está sobre calificado” o que simplemente no había forma de emplearme sin reducirme a la condición de un simple obrero. Decidí cambiar de actitud y fijarme realmente en lo que necesitaba para “resolver” mis  necesidades del momento. Ese golpe de timón, me permitió no sólo conseguir empleo, sino en poco tiempo escalar posiciones muy rápidamente, hasta llegar a una de las empresas más prestigiosas de servicios aéreos con la que de alguna manera y grandes esfuerzos, pude visualizar una mejor situación. Pasado un tiempo, debí entrevistar por razones de seguridad aérea, a un pasajero que tenía, algunos puntos que le hacían sospechoso de alguna actividad ilícita. Después de una conversación amable y escrutadora con el pasajero, pude desenmascarar, no a un delincuente, sino a una persona cuya percepción de sí mismo, lo había convertido en el objeto de una inseguridad extrema que lo llevó a mentir para sentirse más cómodo consigo mismo… ¿o con el paradigma de lo que debe ser una persona feliz?

En otra conversación muchos años después, salió a relucir el tema de la felicidad, esta vez como el comentario de un amigo que me decía al verme pasar por la calle donde vivimos; que sentía envidia porque a su parecer, él creía en que yo era una persona feliz. Para mis adentros decía “soy una persona feliz porque lo decidí. No tengo grandes posesiones, ni dinero, pero tengo lo que me hace falta… Creo realmente que la felicidad absoluta existe, cuando entendemos que esta no tiene que ver con lo que poseemos,  la belleza, la profesión, el dinero. La vida no es como cuando entras a un restaurante y pides un plato de ensalada de vegetales y le pides al mesero que por favor no le pongan cebolla. A la vida no se le dice: ¡ah pero por favor me la sirven sin la parte mala!

Lo que sí es la vida, es un menú de elecciones. Sólo uno puede decidir ser feliz y eso tiene que ver no con elegir los productos más baratos de la lista de menú, sino elegir aquellos que realmente te hacen falta para alimentar tus sentimientos y emociones, tu tranquilidad y amor propio, tu auto concepto y respeto, valores y demás elementos que desencadenan o propician sin transitoriedad, tu felicidad.
Esta es la única forma en que podamos sentir que si existe la felicidad absoluta. Basta como ejemplo un perro al que hemos dejado atado a un poste durante todo el día, sin darle alimento, ni agua. Su felicidad no puede ser estar atado al poste todo el día! Su felicidad estará atada a que pongamos su agua y su comida al alcance o al menos que le permitamos buscarla. El poste entonces se convierte en aquello que nos impide ser felices y hasta conformistas (tener un auto, casa, comida, diversión, sexo, etc.) y la posibilidad de buscarla e incluso tenerla cerca, sería la felicidad.

¿Estamos destinados a ser infelices? Por omisión,  rotundamente sí.

Omitir que todo es transitorio y que  jugarle los dados a una felicidad que siempre estará en vilo o a una felicidad póstuma, es un grave error. Sin embargo, creer que definitivamente podemos con la idea de que aquello que permite conservar mi dignidad como persona, mantenerme en equilibrio con las circunstancias que vivo día a día y sobre todo que como individuo puedo dar golpes de timón que cambien la dirección de mi vida, eso definitivamente si es la felicidad.  

Recordar que la oferta del mercado de la prosperidad tiene caducidad, es un buen indicador de nuestro encuentro con la felicidad absoluta, es decir con el compromiso personal de ver con claridad el horizonte que perseguimos, el camino que andamos para hacer de la felicidad ese proceso sencillo de ser cada día más humano y que con el tiempo las arrugas en nuestro rostro nos recuerden que son las marcas de lo que reímos y no las cicatrices de lo que lloramos

Que descansen



Elio Montiel

jueves, 19 de octubre de 2017

Sobre un Chat que se quedó en silencio

En estos días conversaba con una amiga a través del “chat” (en clave de “Star Wars” para no decir los” Supersónicos”), sobre diferentes tópicos asociados a nuestro trabajo y actividades, que como ya se ha hecho común; se han visto muy afectadas por estos días cargados de aciagos momentos de desesperanza, incertidumbre y frustración.
Lo cierto es que con el desarrollo de la conversación, cada quien a su libre criterio exponía su opinión puesta a salvo por la amistad y el respeto que sentimos el uno por el otro (algo que prácticamente ha caído en extinción).
Pasado un rato, le hablé sobre un proyecto de interés colectivo que me habían encomendado, el cual ya tenía bastante avanzado y que indistintamente de las opciones e intereses que existieran detrás, era algo de importancia capital para el desarrollo de  nuestros jóvenes y niños; algo que es profundamente importante para mí porque me permite aportar un grano de arena en toda pasibilidad de rescate de una sociedad que parece perderse cada día, pero sobre todo sin dejar que intereses mezquinos se aprovecharan como suelen hacerlo para hacerse propaganda, simple y pobre propaganda…
Mi amiga estuvo de acuerdo y añadió que estos "figurantes" generalmente no tenían el menor sentido de pertenencia y mucho menos debían tener ventaja en impedir la "transformación del pueblo”.
En ese momento, se agolparon buscando espacio en mi cabeza los recuerdos de aquella clase donde me explicaron la indiscutible diferencia entre Nación, País, Estado, Gobierno; cuando súbitamente el tomo I de la enciclopedia de la Real Academia de la Lengua comenzó a mirarme desde el estante imaginario de ese pasado en el que la educación cívica entraba de la mano de mi inquisitivo Profesor Víctor Hugo, el mismo que en su conocedora sapiencia de la Geografía Universal, solía iniciar su clase dibujando de memoria los mapas donde con sus tizas de colores y largos diálogos sobre las guerras, las conquistas, los grandes imperios y los héroes de la historia iba describiendo la geografía del mapa de turno.
En ese paisaje instantáneo de la memoria, un sabor amargo se apoderó de mi boca, sin entender por qué, cuando mecánicamente estalló  en mi, una respuesta que quería crecer y crecer a medida que la iba escribiendo (recuerden que estaba en el chat).
Recuerdo que dije: “eso de pueblo me suena a miseria… Ese manejo ignorante y prejuiciado de la palabra me hiere la piel. Somos una Nación... el cual es un concepto más identitario, unificador y amplio, vibrante y que abraza toda la geografía, nuestras múltiples y diversas formas de ser, nuestra propiedad y territorio nuestro gentilicio y pasión. Eso es lo que nos han querido hacer olvidar, ese romance hermoso con todo lo que somos con la intención de reducir nuestra grandeza,  porque cada individuo en esta Nación que somos, es Grande y Maravilloso. Pueblo me suena amargo, me suena a que somos el desperdicio que todo el mundo aprovecha ganando ventaja de nuestra nobleza. Los mismos a quienes les importa más sus bolsillos y un “carajo” todo el valor que poseemos, porque saben de nuestra grandeza inconveniente  para sus  propósitos nefastos,  desnudos de amor, vestidos de interés y de grosera desfachatez y oportunismo, Esos que no nos merecen, que no merecen a nuestros hijos ni a nuestros ancestros porque los han ofendido y despreciado. Por eso mi interés en que la gente aprenda más y más, sea el amo de su vida, y aunque ningún aprendizaje es suave, el dolor es lo que nos hace fuertes y mejores. Por eso somos una gran Nación, un arcoíris lleno de luz y belleza, un sagrado Corcel que debemos aprender a controlar y defender de sus propios bríos y si tengo la oportunidad de cabalgarlo, impediré que los que habitan los infiernos lo destruyan. Esa es mi nación... ese es el País que amo y amaré hasta que muera… En ese momento no hubo más respuestas en el chat
No era mi interés dejar en silencio a mi amiga con ese arrebato, pero lo cierto es que esa noche dormí tranquilo, sin temores y sueños de orgullo…

Que descansen
Elio Montiel


lunes, 16 de octubre de 2017

Sobre la boca del lobo, semáforos y otras cosas en la calle…

Hablar de mi país en este momento, es sumergirte (o que te sumerjan) en una piscina de caos y tensión (y de que existe no hay la menor duda) visible en todos los fenómenos que se suceden en el día a día, sin embargo, soy de los que cree, que es precisamente desde el caos de donde proviene el orden. La ausencia de uno, materializa al otro, le da identidad. Es como esos hermanos que si bien no pueden vivir sin pelearse por cualquier cosa, tampoco pueden “ser” sin el otro; él es un hermano porque el otro es su hermano.
Hoy un compañero de viaje me hablaba de lo mal que estaba todo, de cuan difíciles están las cosas para todos y que el futuro se vislumbraba, “negro como la boca de un lobo”.
Mientras mi estimado compañero de viaje no paraba de hablar diciéndome todas esas cosas que ya conozco y vivo a diario, su narración se iba transformando en mi mente en una especie de película de ciencia ficción en la que un meteoro infortunadamente registrado muy tarde, se aproximaba a la órbita terrestre… Al despertar de mi “lapsus” de ficción le dije: ¿Sabes que la boca del lobo no es necesariamente negra? Más bien morado profundo y en algunos casos hasta color rosa oscuro o gris. Se quedó observándome como pensado ¿Qué le habrá pasado a este loco? Mientras que intentaba rescatarme a mí mismo de  esos incómodos segundos en los que el silencio parecía no terminar nunca….
Las únicas palabras que pronunció fueron, ¿Qué harías Tú?  ¿Con qué? repregunté. ¿Con el caos en el que estamos?
Hoy al salir de mi casa iba a cruzar la calle, por lo que esperé a que el semáforo cambiara para el paso de peatones porque hasta donde sé, esto se trata de una especie de juego de turnos. Un rato de espera yo, un rato de espera los autos y así sucesivamente. Como todo en estos casos debe ser equitativo, pues hay un árbitro, el semáforo, quien avisa del turno de cada quien.
En mi calle desde hace algún tiempo el semáforo (árbitro) ha perdido el respeto de conductores y peatones dando paso a la anarquía, es decir de un juego de turnos pasó a ser un “Juego de Tronos”. Ancianos, jóvenes, niños en sus cochecitos simple e impúdicamente hacen lo que les viene en gana y no existe norma (que si existe) ni autoridad (que también existe cuando tienen provecho de la situación) que solucionen esa simple práctica cívica de cruzar la calle en el rayado y cuando corresponde. Eso, simplemente nos dice que si así estamos a ese nivel tan bajo de los fenómenos que se arruman en la cotidianidad social, como estará más arriba, donde la trama se va haciendo más compleja y aderezada con otros vínculos racionales mas no razonables, (económicos, políticos, jurídicos, morales, y un gran y largo etc.), que a su vez demuestran sus propias escoriaciones y llagas de sus propios caos.
Pensar en eso me da urticaria y también pesar de saberme miembro de una sociedad desacioada, una en la que mi individualidad se había mezclado con otras individualidades para constituirse en un “algo” que hoy simplemente parece el refugio de la escoria que pueda uno imaginarse…

Entré en pánico, ¡fue ese momento en el que me di cuenta! de eso y de que mi compañero de viaje estaba aun más pálido y con la mandíbula caída… Carraspee un poco  y le pedí disculpa por mi palabrerío y me prometí, no dejarme arrastrar nuevamente.
Lo cierto es dije: En todo este caos, de lo único que tengo control, es de mi propia vida, por lo que mi responsabilidad es inherente a ella, a mis decisiones y a los caos que ella genere o no. Dicho esto mi querido compañero de viaje, haría simplemente lo que está en mis manos para de alguna manera (la que pueda) impactar a otros y ayudar a que sus decisiones individuales también afecten de manera positiva, tanto sus vidas, como la de otros que comparten con nosotros este pequeño mundo en el que nos toca vivir.
Si de algo te sirve, le dije. Empieza siempre por sentirte bien contigo mismo, cuida de tus decisiones, aprende de las acciones del pasado, nunca te sientas derrotado y siempre confía en que lo que hagas siempre será dando la mejor versión de ti mismo, así simplemente sea esperar tu turno en el rayado del semáforo para cruzar la calle.
Que descansen...


Elio Montiel
Para Píldoras para dormir conmigo mismo


miércoles, 11 de octubre de 2017

De la Muerte, la vida y otras cosas que se piensan mientras te bañas

El teléfono sonaba insistentemente, que casi decido no responderlo. Sin embargo, Salí de la reunión en la que me encontraba y tomé el teléfono para responder. Del otro lado de la línea, quien llamaba tardó unos segundos en responder, dándome tiempo a pensar que había cortado la llamada, cuando escuché la voz de mi hermana saludarme. Inmediatamente después dijo: - Se me había olvidado comentarte cuando te llamé el otro día que tu sobrina se encontró con una tal Margarita o algo así, quien le dijo que se había enterado de que  habías muerto de un infarto un mes atrás. Tu sobrina le respondió que eso no era cierto que tu estabas “vivito y coleando” que eso que le habían comentado era mentira. Después de dilucidar cual viejas chismosas quien era la tal Margarita, reímos y pensamos acerca de cómo se corren los rumores sin base alguna y por otra parte dabamos gracias de que eso fuera solo eso… un rumor.
Esta mañana al despertarme, me metí a la regadera a ducharme cuando de repente vino a mi mente el recuerdo de lo que me había dicho mi hermana y decidí conjurar tal idea pensando en qué tan importante era para los seres humanos el hecho de la muerte.
Desde hace tiempo he comprendido que la muerte, más allá de los consabidas explicaciones que nos dan las distintas religiones, los grandes maestros modernos de la alquimia de la vida, que escriben y escriben sus consejas de cómo ser feliz, de cómo enfrentar la vida, de cómo ser mejores y que siempre llegan a la misma conclusión de que finalmente es uno el que puede resolverlas; decidí agregar al diccionario de explicaciones el hecho de que la muerte es simplemente lo único que nos permite saber que estamos vivos. La verdad es que cuando nos enteramos de que en algún momento nos vamos a morir es que “nos cae la locha” como dice el refranero popular y simplemente comenzamos a explorar la sensación de estar vivos y vienen entonces a nuestros sentidos con mucha más fuerza, los colores, los olores, las sensaciones en la piel, nos llegan con más intensidad las miradas de otros, es decir, nos damos cuenta que estamos vivos, y que es la única manera de percibir todo con nuestros sentidos no es precisamente que estamos vivos, sino que vamos a morir en algún momento.
Todo esto, que ya ronda en mi cabeza desde hace mucho, como acabo de decirles, me llevo a otra línea de pensamientos más bien asociadas a ¿qué he hecho yo en mi vida? Decidí entonces que (otra idea para el diccionario de explicaciones), mis acciones no eran producto de mi vida, sino que mi vida era el producto de mis acciones: que valía la pena todo cuanto había hecho por la simple razón de que descubrían ante mí la verdadera idea de estar vivo. Pensé entonces que de morir hace un mes como comento la tal Margarita, simplemente sería un cadáver contento con lo que había hecho (aunque el cadáver no lo supiera) y que vale la pena vivir, si y sólo si, tus acciones te hacen interpretar tu paso por este camino de circunstancias que llamamos Vida como algo valioso.
Lo cierto es que vivir pensando en que te vas a morir no tiene sentido, pero pensar que vas a morir habiendo vivido, es lo verdaderamente importante y aunque esta frase le saque una que otra sonrisita a los filósofos y maestros de la alquimia de la vida es por demás una realidad que no podemos negar.
Así que siguiendo con mi loca idea de construir desde mi individualidad un mundo mejor les dejo para que descansen y se preparen para mañana a continuar dejando huellas imborrables, es decir: Vivir!
Que descansen.
Elio Montiel

Para Píldoras para vivir conmigo mismo

martes, 10 de octubre de 2017

De una conversación con una amiga

No  mires a los ojos del mañana sin contemplar de qué lado de la cama duerme tu pasado. El pasado es ese amante al que tu presente obedece y que te permite, mientras aparenta estar dormido que cocines tu mañana.
Hace unos días atrás conversaba con una amiga sobre toda la trama tejida en torno al tema del feminismo, sus implicaciones políticas, sociales, económicas, morales, éticas, humanísticas, la doble jornada (que creo que es parte de la evolución nominal del rol de la mujer  en la sociedad). Me confesé feminista en algún punto de la conversación, en ese donde consideramos en que no era un asunto de derechos, sino de la forma en cómo las sociedades han respondido a sus necesidades evolutivas y donde los roles del hombre y de la mujer coincidían en un objetivo común de la subsistencia. Tenemos una cultura que se apodera de todo a nuestro alrededor y esta signada por viejas y nuevas necesidades de la sociedad y es claro que toda problemática siempre encontrará su redimensión en ella.  También coincidimos en el hecho de que el estado actual del tema de género respondía indiscutiblemente a la interpretación (generalmente impregnado de algún criterio, pensamiento, interés o sentido) de los roles.
Humanistas al fin, terminamos coincidiendo en que era un asunto de respeto, de dignidad e interés por resolver los problemas humanos (que siempre está salpicado de  de una dosis de política disfrazada de acción en pro de…).
Luego de un sorbo de café encendí un cigarrillo y le pregunté si conocía de algún caso en el cual no fuese víctima de agresión la mujer, sino el hombre y respondió. ¡Muchos! O sea, dije: ¿Puedo sospechar que la misma estructura que opresiona a la mujer es la que esconde la opresión hacia hombre? Si. Respondió. Y en torno a ese tema no existen registros, ni estadísticas o divulgación, a menos que sea uno de esos casos como el de la mujer que cortó los genitales del esposo y luego lo quemó mientras yacía en la cama del hospital donde le habían restaurado su virilidad, que volvió a cercenar.
No sospechaba de ese equilibrio. La naturaleza humana, una vez que despierta sus más primitivos instintos es capaz de cualquier cosa.
El hombre siempre lleva el mayor peso. Dije esperando que surgiera su crítica sobre la liviandad masculina ante la problemática de la mujer en la sociedad actual, pero,  me dijo: Quiero creer que asuntos como ese tienen solución en la construcción de puentes y no paredes, en el fortalecimientos de los valores humanos, en la adecuación de los esquemas sociales que invisibilizan  la fortaleza de la mujer en la construcción del  mundo que conocemos, en el que vivimos y compartimos sus miserias, pero por sobre todo eso que las mujeres lo comprendan profundamente y actúen en consecuencia. Se inclino hacia mi y tomo mi mano diciendo: Creo firmemente  que hemos hecho un gran trabajo en borrador para corregir…
Ese efímero instante se desvaneció ante mi para recordarme que debo “cocinar” ...un mejor mañana…


Que descansen

viernes, 6 de octubre de 2017

Sobre salidas del tren, creer en uno mismo y comenzar un nuevo día

A la salida del tren en la estación del metro, las personas que esperaban del lado afuera se agolparon a entrar impidiendo el paso a quienes intentaban salir.
En ese momento articulé tímidamente ante la tropelía - ¿Por qué no dejan salir a la gente primero?...

Pocos minutos después, comencé a escribir lo que pienso a veces son mis tímidas reflexiones sobre una cotidianidad que a veces me resulta incomoda y violenta.. Sin embargo aquellas palabras que pronuncié me hicieron resonar en la cabeza, otras palabras como: irrespeto, desigualdad, desprecio, civismo, en medio de la búsqueda de respuestas a mis por qué, que no cesan de  acorralarme en mis pensamientos.
La razón de toda esta diatriba obedece a que en mi percepción íntima e inmediata de lo sucedido en el tren, simplemente me abordó el sentimiento de haber entendido al otro como infra humano, o es mejor decir, menos que otros, menos que yo, práctica cada vez más común en la sociedad actual donde todo parece regirse por el poder, la condición o el estatus de algunos individuos; todo eso porque a mi juicio del momento, tal falta de civismo no era otra cosa que una conducta primaria, salvaje y animal… fuera de la norma en un mundo totalmente normado y en el que quizás me gusta creer.
Llegar a ver estos asuntos con claridad nos permite llamarnos la atención respecto a la forma en que somos capaces de identificarnos con el otro o en otras palabras: Como te veo, me ves.
No es simplemente un asunto de querer ser un individuo pro social se trata más bien de ser un individuo pro humano y por qué no decirlo, de un apropiado auto concepto y auto respeto. Es decir que cuando soy capaz de respetarme y formar un concepto de mi mismo como quizás no lo puedo esperar de alguien más, también soy capaz de poder ver en el otro sus cualidades más positivas y que coinciden en armonía con las mías.
¿Es simplemente cambiar lo que creo de mi mismo? No, ¡la realidad no es una cosa que nombras y ya! Es decir, no porque te mires al espejo y digas que no tienes la nariz grande, todos van a pensar lo mismo; algo así como el síndrome de “El traje del Emperador”
Creer en uno mismo, en lo que se es, implica saber que soy un individuo de cambios y que tengo la capacidad única y exclusiva de construir mis propios cambios, la forma en que me veo, o de respetarme, mi auto concepto y la forma en cómo construyo mis relaciones con los demás y todo lo que me rodea de manera inequívoca.
Tal es el trabajo que debo realizar, es el “despertar” a una visión distinta y abarcadora que toca de manera indefectible todo cuanto me rodea. ¡No es sencillo! ¡Roma no se hizo en un día! Pero se hizo,  y dejo grandes huellas en la historia de la humanidad y aunque eso pueda parecerte colosal, piensa que tu también puedes dejar huellas en la humanidad.
Creo firmemente que no hemos llegado a este punto de la evolución para ser
simplemente individuos que se disputan la salida o entrada del tren en el sistema de metro de cualquier parte del mundo o de cualquier otra cosa que ponga en duda y reduzca nuestra humanidad a simples cenizas de irrespeto y menosprecio. Creo que seguimos siendo de la misma estirpe de quienes dejan huellas colosales e indelebles en la historia de la humanidad.
Por eso mañana cuando te mires al espejo decide ser la mejor persona que puedas ser, seguramente el tren abrirá sus puertas en el momento en que empieza para ti un nuevo día.

Que descansen.


Elio Montiel

miércoles, 4 de octubre de 2017

De las retribuciones de la vida

El beneficio de una sonrisa o un saludo. La corrección de los actos y las expresiones de respeto son siempre recompensadas  en formas simples: gestos, sonrisas pero justo en el momento en que las necesitas…
Muchas veces estamos tan cansados de esperar las respuestas a nuestros actos y deseos que desistimos y caemos en el juego de la impaciencia. El secreto consiste en no esperar la retribución porque quizás justo en ese momento no la necesitamos.
Aprendí a pensar que era como un vaso que se llenaba lentamente hasta que no daba más y se derramaba convertido en “retribuciones necesaria” lo que me hace sentir respeto y cuidado con lo que deseo porque suele pasar que todos esos deseos pueden  rebosar también el vaso.
También me acostumbré a agradecer por todo lo que tenía incluso por aquello que no, porque de necesitarlo seguramente estaría en las arcas de mi vida, esperando para convertirse en una retribución. Cierto día llegué a mi trabajo, el calor era insoportable y angustiante;  para colmo, había dejado mi comida olvidada en casa lo que significaba que pasaría el día sin comer. Como tenía algo de dinero en reserva decidí comprar algo para mitigar el hambre. Me detuve en la pequeña cafetería a lo que voy todos los días por café y pedí una empanada. La Señora del local me dijo que no tenía nada para ofrecerme ya que se encontraban preparando unos almuerzos que le habían contratado de una oficina. Sin embargo, al ver mi cara hambrienta me dijo que regresara en unos minutos mientras preparaba la empanada. Me devolví a la oficina por el dinero que tenía reservado y de esa manera
cancelar el costo de la empanada  y un café que era lo único para lo que me alcanzaba el efectivo que tenía. Al llegar al mostrador de la cafetería la Sra. tomó el dinero y lo colocó en la caja registradora y de regreso depositó en el mostrador un plato con un almuerzo completo.
Al darse cuenta de mi sorpresa, me dijo: - Siéntese allí y coma tranquilo que no he tenido tiempo de preparar su empanada*. Coma tranquilo y disfrute. Aquel obsequio desinteresado la Sra. De la cafetería, no sólo llenó mi estomago sino también mi esperanza en la bondad humana para construir un mundo mejor.
Es claro para mí que fue un desborde del vaso de las retribuciones del que hablaba. Pensé en ese momento y sentí un profundo agradecimiento. Cuando la figura de la Sra. Reapareció nuevamente, con un vaso pero esta vez lleno de un refrescante jugo. - ¡Tómeselo para que pase la comida! Dijo con rebosante alegría, su rostro estaba iluminado con una enorme sonrisa y yo un tanto avergonzado.
Esa noche, cuando regresé a casa agradecí los hechos del día que siguen confirmándome la belleza de la vida.
Aquellos que tienen un sentido claro en sus vidas, también lo tienen en sus actos, en el cómo perciben al otro y en el respeto a todo ser viviente, y quien así vive, siempre verá desbordarse el vaso de la abundancia y las retribuciones en su vida…

Feliz Noche… que descansen.
Elio Montiel para
Píldoras para dormir conmigo mismo.

*Plato típico Venezolano hecho con masa de maiz y relleno en forma de media luna


Elio Montiel


domingo, 1 de octubre de 2017

La Principal Responsabilidad

A Armando D

Conversé con una amigo que se  encontraba en un estado de profunda tristeza ya que en días recientes habían robado su casa, sin daños directos a su vida, pero si a su propiedad y a su ánimo y sentido de esperanza.
Se lamentaba de su situación de salud y de no haber podido hacer nada; llegando a manifestar la idea de “terminar con todo”.
Existen situaciones por las que atravesamos que sin duda alguna nos hacen repensar las razones en las que hemos fundado las bases para justificar, por así decirlo, nuestra existencia, fundamentos tales como familia, hijos, trabajos y obligaciones, deseos o simple riqueza material; factores comunes en la percepción muchas veces infundada del por qué estamos en este “mundo manifiesto”. 
Esos factores inhiben de alguna manera la incertidumbre natural del día a día y por esa razón hacemos de nuestra particular concepto de seguridad el eje central de nuestra autoconfianza, olvidando que nada es inamovible. Por el contrario la transitoriedad de todos los fenómenos es la realidad de la existencia. Nada es permanente.
Hemos construido puentes, porque hemos encontrado en nuestro camino, abismos que en su momento consideramos insalvables, y atravesado mares deseosos de romper los límites de nuestro día a día y hemos fortalecido nuestras debilidades a cada paso, pero más allá de los puentes, las aventuras y victorias, los logros de la ciencia y la tecnología; hemos aprendido a sabernos fuertes y capaces de levantarnos por encima de las dificultades y encontrar horizontes de esperanza a través de la niebla de la duda para reposar nuestras cabezas tranquilos de vez en tanto. Sin embargo, la dinámica de la vida nos seguirá presentando nuevos retos y dificultades que nos pondrán en el camino de superarnos aún a pesar de nosotros mismos, quienes a veces hacemos lo indecible por obstaculizarnos, sin reconocer nuestros miedos.
La principal responsabilidad es la de cuidar nuestra vida como objetivo y misión, seguir construyendo
puentes, atravesar mares unas veces tranquilos, tormentosos otras, pero siempre sabiendo la línea del horizonte que hemos hecho nuestra meta…
***
Mas tarde en la noche le escribí un mensaje a mi amigo donde le decía de mi preocupación por esa idea desesperanzada en su cabeza y le dije además “Tienes que encontrar fortaleza en todo lo que logras, llena tu vida de pequeñas o grandes victorias, al final lo que importa es cuan bien te sientes contigo mismo. No te puedes dejar Vencer. El miedo puede ser a veces tu peor enemigo, pero también lo que te ayuda a levantarte y seguir adelante…


Elio Montiel

Que descansen

 Píldoras para dormir conmigo mismo.