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sábado, 16 de marzo de 2019

Sobre Solidaridad Emocional y otros debates

Hace un tiempo atrás conocí una historia de un joven Emperador Coreano, que ante una gran hambruna acaecida a su pueblo, decidió someter a un concurso a todas las cocineras de la casa real. El concurso consistía en que realizaran un banquete digno del Emperador con ingredientes que usualmente eran desechados como desperdicio, por no tener ningún tipo de aprovechamiento…

Hoy, como parte de mi trabajo creativo decidí realizar un entramado de billetes para confeccionar una cartera a mi hermana. Si, ¡billetes! Hoy día, la otrora segunda moneda mas fuerte del continente, ahora solo es papel sin valor o es mejor decir, el papel tiene más valor que la moneda. Lo cierto es que durante ese proceso creativo comencé a pensar en familiares, amigos y conocidos que debían estar pasándola mal en estos momentos críticos por los que atraviesa mi País, y por supuesto, como 2 + 2 son 4 pensé también en aquellos que por sus decisiones oportunas o afortunadas parecían estar muy bien o al menos, es lo que dejan entrever por sus redes sociales.
Por Principio y formación, siempre me hace sentir muy bien celebrar el bienestar, la salud y los éxitos de las personas que admiro, aprecio y en las que creo con sinceridad. Siento como una cuestión de fe, que merecen sus alegrías y felicidad y me emociona mas que a un tonto un lápiz que esa sea su suerte ( por decirlo de alguna manera).
No obstante, no dejo de pensar en que la situación actual de los Ciudadanos de mi país, entre los que me encuentro, no dista de ser una especie particular, genuina y absolutamente sin precedentes forma de duelo. Duelo por aquellos que se han marchado buscando otros derroteros, por los que se marcharon definitivamente de nuestras vidas, duelo por lo que cotidianamente hacíamos y ahora no podemos porque las circunstancias no lo permiten. Cosas tan básicas como, comer tres veces al día, el antojito de media tarde, lavar la ropa, comprar una prenda íntima o un par de zapatos a nuestro gusto o hasta un desodorante o la pasta dental para encías sensibles y ¡ojo, que la lista de cosas simples y sencillas puede ser larga! ¡Ni hablar de viajar! ¡Incluso hasta nuestros propios  trabajos o actividades! Como dije, la lista puede ser larga y muchas veces mencionada por tantos y tantos de nosotros desde que esta tragedia comenzó en nuestra querida tierra.

Creo profundamente en el derecho y la libertad que tiene todo individuo de comunicar, por el medio que le apetezca, lo maravilloso o triste, el éxito o el fracaso, la tristeza o la alegría que exista en su vida, eso, es absolutamente humano, sin embargo, en mi país, son muchos los que ni siquiera podemos levantar la voz ante el féretro de las circunstancias.
Sé que nuestra idiosincrasia, prácticamente nos impele a ver con cristales menos opacos la realidad y hacerla un juego, un chiste, una broma, pero nadie va al velorio del familiar de un amigo a reír frente al cadáver, uno espera el momento oportuno o al menos como es tradición por estas tierras apartarse para escuchar los consabidos chismes y bromas que se presentan a manera de sub contexto dentro de situaciones como esas.
En ese sentido, y sin desear una polémica que podría ser absurda, se me hace lógico acuñar la expresión “solidaridad emocional” que creo que deberíamos sentir por aquellos cuyas vidas en el estricto sentido de su “aquí y ahora” se deteriora día tras día amen de las causas, razones o circunstancias que estamos viviendo como sociedad en un país que fue llamado a ser la más extraordinaria Nación Latinoamericana, ese que siempre hemos juzgado como el más extraordinario País que puede existir.
Debemos y sé que podemos, levantarnos por encima de todo lo negativo, de las dificultades y resolver los desaciertos, pero debemos re aprender a ser quienes éramos y ayudar a otros a entenderlo. Siendo solidarios emocionalmente ayudaremos también a construir desde afuera y desde adentro el País que somos, los Ciudadanos que habitan nuestros corazones.
Ahora mismo, no sé, si ese Emperador Coreano de la historia existió, sin embargo, creo que la lección a aprender es extraer de todos y todo el máximo provecho que podamos para ser mejores seres humanos, más auténticos y comprometidos.

Por un uso más humano de las redes sociales
Elio Montiel

Para Píldoras para dormir conmigo mismo. Marzo 2019