A Paulita,
para que siempre crea en los Reyes...
Los
Libros desvelados
La plaza respiraba a la tenue luz de un farol que parecía recostarse adormecido sobre una banca solitaria que tenía una pata rota.
Bajo la pata se
encontraba una pequeña torre de libros y revistas ingeniosamente utilizada como
soporte para socorrer la invalía de tan triste asiento del parque. En él,
depositados en el olvido, tres libros apilados en desorden movían sus páginas
al viento, como si de una conversación se tratara.
Seguro que, si acercábamos
nuestros oídos, podríamos entender el circunloquio que cada uno tendría, en
relación a su situación actual.
¡Pues como te puedes
dar cuenta, nos han dejado olvidados en este recodo del mundo donde ya nadie se
interesa por nosotros! Dijo un muy manoseado libro de filosofía que debió haber
visto mejores días en su época de impresión.
Obviamente mi querido
amigo, el interés por lo verdaderamente valioso, ha dejado de tener importancia
para quienes en principio nos acariciaban deseando el absoluto saber. Dijo
entristecido "Poesía de amor".
Y qué decir de
nosotros, ¡los que hemos avanzado en la historia de la humanidad enseñándoles
la construcción de sus hogares, puentes, pirámides y edificios que llegan a
tocar en infinito al cielo! Agregó un orgulloso y enfadado "Matemáticas
Aplicadas a las Ciencias"...
Una brisa fuerte
removió las hojas de aquellos personajes llevando sus páginas casi hasta el
epílogo y arrastrando algunas hojas secas que terminaron ocultando la portada
de una revista de modas que de ipso facto reclamó indignada aquel atropello.
¡No basta que me
encuentre aprisionada entre estas sudorosas y malolientes revistas de deporte,
sino también sufrir el escarnio de esta porquería de hojas secas que vienen a
ensuciar mi fabulosa portada! Farfulló mirando con molestia a los libros
que se encontraban en el asiento del banco, y remató. ¡Qué dirían mis amigas de
Vogue o mi Editor y publicista si me viera en estas fachas!
Creo que no dirían
nada, ya ni tan siquiera nos miran. Yo estoy debajo de todos Ustedes, ¡cuerda
de aprovechadores mercantilistas! Dijo un bastante despaginado libro de
Economía.
¡Oh! Mi querido Atlas
de las ciencias económicas, llevas el peso que de alguna manera tú mismo has
provocado. Le espetó "Filosofía" y como diría mi querido Immanuel,
"el todo es más que la suma de sus partes" y creo que tú te
llevas mucho de eso.
¡Más de lo mismo, más
de lo mismo! Dijo Sport ilustrado. ¡Entrenen formen sus cuerpos, levanten el
lomo y hagan brillar sus portadas desde el índice hasta la última página de
publicidad y no pierdan el tiempo en tanta charla innecesaria!
¡Tu sigue pujando que
es para lo que sirven esos músculos! Grito desde la esquina contraria del banco
una muy reluciente "Forbes" olvidada allí hacia poco tiempo por algún
desprendido transeúnte.
En todo caso, a todos
por igual nos han lanzado a la hoguera del olvido, sin importar el destrozo que
hacen de su propia civilización. Dijo un deprimido "Manual de
Deontología" que se encontraba arrimado al costado de las revistas.
¡Habla alto que no te
escucho! Grito con gran esfuerzo "Ética” aprisionada entre las ramas de un
árbol que se encontraban bajo el Banco. Morimos en el placer de la vida que nos
toca, sin darnos cuenta que nuestra importancia estriba en lo que damos, cómo
lo damos y que tanto provecho se obtiene de ello, sin embargo, si desconozco la
verdad sobre mí mismo no puedo esperar que mis acciones respecto al mundo que
me rodea sean de gran ayuda.
Filosofía continuó.
¡En efecto mi querida Ética! Deduzco que lo que quieres decir es "Conócete
a ti mismo y conocerás al mundo".
En cierta forma sí.
Respondió Ética. No obstante, los individuos, incluyéndonos, debemos abogar por
entender cómo queremos ser, o vivir con nosotros mismos de cara a los demás.
Eso tiene relación con
la moralidad. Respondió el libro de política, tratando de salir de debajo del
grupo de libros que servían de pata al banco...
Lo que hoy es tan solo
un simple nombre femenino que se ha perdido entre las sombras de la deslealtad,
indignidad, desapego, la ausencia de ley y la falta de fe... En pocas palabras
una doble fachada según sean los intereses...
Gracias Sr.
Diccionario Dijo Historia Universal. Usted es un gran académico.
Demasiado enumerativo
para mi gusto exclamó Política. Bajo las miradas inquisitiva de Filosofía y de
Ética.
La repetición de los
hechos a través del tiempo es una declaración ignominiosa de una verdad; El
hombre no ha entendido lo que le hemos contado en nuestras páginas y siguen
cometiendo los mismos estúpidos errores a lo largo del tiempo.
¡Si! ¡Pero aún queda
la vía de la redención, del perdón! Argumentó Teología. Si, sí. Dijo filosofía
en un poco pretendido sentido del humor.
Así, iba pasando el
tiempo, entre discusiones y críticas, cuando de golpe todo quedó a oscuras y
una voz desde las alturas se escuchó decir.
¡Basta de chácharas
interminables y déjenme dormir! El problema esencial estimados sabios es que el
hombre por más que ustedes deseen su perfección, no la logrará hasta entender
su grandiosa sabiduría llevada a la práctica, del resto todo serán meras
palabras que abonarán el egoísmo, las diferencias y la egolatría. Así que
por favor por lo que queda de esta noche quédense en silencio.
El farol se estiró
largamente en un largo bostezo, apagó su luz y se encorvó nuevamente para
seguir durmiendo.
Elio Montiel