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martes, 26 de julio de 2022

Apolinar


Cuadricula. Elio Montiel - Emon



Las brasas aun brillaban débilmente en el hierro de la fragua protegida por el viejo techo de la herrería. La tenue luz del amanecer se engalanaba con la blanca ceniza del invierno que comenzaba a madurar en la montaña.

Apolinar parecía distraído observando la nieve caer, mientras en su cabeza evocaba los tiernos capullos de los árboles de fuego que rodeaban los caminos de su lar. Se abrazo cobijándose entre sus brazos como si tratara de detener el frio que penetraba hasta los huesos y en un murmullo que se extinguió con el sonido del viento, exclamó ¡Dios que frio!

Deseó sentir el fuego que abrasara su cuerpo al escribir aquella carta donde su ser desbordó toda la pasión que sentía por su amada. Respiró el frio aire que sintió astillarse en sus pulmones y volteó su rostro al camino de sangre y peste que quedaba tras de él. La noche había sido larga; para la muerte, solo segundos en los que la vida escapó de muchos cuerpos. Volvió a desear que el amor lo inundara, como antes de aquella parálisis que finalmente engendró la ira de todos y que ahora protagonizaba aquel camino a su espalda.

 

Elio Montiel

De la serie Cuentos cortos

Píldoras para dormir conmigo mismo