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miércoles, 23 de junio de 2021

De las conferencias, el éxito y los insumos de la vida



Arqmdala IV. Emon. 2021


Ya te he escuchado decir lo mismo otras veces. Dije con seriedad. En esas otras veces… Respire profundo. También te he respondido lo mismo. La vida es como un mercado donde escoges aquello que necesitas e incluso lo que no, pero el truco es saber efectivamente que haremos con esos insumos en su momento. Nada sucede simplemente porque somos malos o buenos, suceden por nuestras interacciones propias con el universo cotidiano en el que nos desenvolvemos… Piénsalo, te sentirás mejor. Del otro lado de la línea un suspiro profundo me hizo entender que había terminado la conversación.

Hace tiempo asistí a una a una especie de charla o seminario, si se entiende, ¡eso ahora ha cambiado mucho! Que si mal no recuerdo se llamaba algo así como “Tú eres el éxito” o “El éxito va contigo” algo de eso era, no recuerdo bien. Asistí obligado por la insistente labor de una amiga que auguraba sería estupendo y que me iría bien escuchar a este extraordinario conferencista ya que me había notado un poco desanimado. Me sentí de la misma manera como cuando después de tanta insistencia acepté a Momo, mi gato y finalmente compañero de andanzas epistolares. Pensé ¡vaya! Es posible que resulte igual, a veces hay que forzar un poco al universo jejeje.

Llegaba la gente que a juzgar por las formas y las apariencias debían ser muy exitosas, yo la verdad me asombré (explico: a veces tengo que parecer ingenuo). Luego de algunas presentaciones, apareció el conferencista a quien muchos de los asistentes saludaron con cierta cercanía, al parecer ya habían asistido a otras de sus conferencias y como es natural, los menos tímidos se acercaron para saludarle.

Minutos después, un presentador hizo lo propio agradeciendo a los presentes su asistencia y dio la bienvenida al Orador una vez resaltadas su experiencia y conocimientos en distintas áreas empresariales, consultorías profesionales, experiencias, etc. En fin, un personaje interesante y de gran valía con quien podría haber estado conversando por un largo rato sin el menor fastidio. Lo que más me gustó fue su aspecto sencillo al vestir y el desenfado y sentido de acompañamiento con el que narraba sus experiencias las cuales, acompañaba de una que otra broma para oxigenar a la audiencia e impedir los bostezos.

A lo largo de una hora aproximadamente me sentí entretenido por su dialogo ameno y la inmensa cantidad de citas y reflexiones ajenas de las que hizo mano durante su intervención, cosa que jamás he sido capaz de hacer. Eso de recordar libros, autores, frases celebres y coincidentes según algún tema, creo que jamás ha sido lo mío.

Lo cierto es que cuando ya empezaba a darme cuenta que el Orador estaba preparando su cierre para dar paso a la sesión de preguntas y respuestas típicas de este tipo de exposiciones dijo: “Quiero dejarles esta frase que encontré entre tantas cosas que leo a diario en el proceso de preparar mis conferencias”. Seguidamente citó: “Existe lo que suelo llamar: El mercado de la vida, donde encontramos y ¡Gratis! Todos los insumos que hacen de nuestra existencia más saludable espiritualmente. Esos insumos tienen un gran surtido, sólo hace falta una buena dosis de paciencia y valentía y extender la mano hacia el anaquel de las oportunidades, de dar y recibir el placer de esos insumos que en él se encuentran.”

Abierta la convocatoria a las preguntas, comencé a ver como se levantaban las manos para solicitar intervenir. ¿Las preguntas? Siempre son las mismas, todos estamos cargados de dudas. De escepticismo producto de nuestra forma de vivir, de nuestra cultura, de la especie de “Matrix” en la que se ha convertido la vida de las personas que corren de un lado a otro buscando la salvación de sus propios esquemas, de los paradigmas propios y ajenos Entre tanto yo revisaba mi teléfono celular ocultándome en medio de las intervenciones y el revuelo emocional de los asistentes. Al rato, observé que se habían calmado un poco las participaciones y tímidamente levanté mi mano.

El presentador me vio y con un gesto agradable me hizo señas señalando el reloj. Entendí que ya no había tiempo. Bajé la mano y seguidamente me dispuse a prepararme para salir ya que era inminente la despedida de la charla. No obstante, escuche al orador decir, “el amigo que acaba de bajar la mano, ¿Tenías alguna pregunta?

Me sentí incómodo como en mi vieja aula de clases cuando los compañeros manifestaban su fastidio al ver que yo quería intervenir mientras ellos se querían largar de la clase…

Me levanté del asiento y dije. La verdad no es una pregunta sino mas bien una reflexión… Disimulé mi rubor y continué. Todos somos producto de una causa, al igual que nuestras circunstancias. Todo quedó en silencio, lo cual me hizo sentir aun más apenado por tomarme el tiempo extra de aquellos que seguramente saldrían diciendo haber escuchado lo mismo cientos de veces. Nadie que esté presente en este salón logrará su propósito hasta que comprenda que cada cosa en nuestras vidas, es un resultado de algo que hemos hecho con anterioridad, nadie puede llenar una botella de la mitad para arriba dejando vacío el fondo, es inútil intentarlo. Es exactamente como en “los insumos de la vida” Tenemos a nuestra disposición una amplia gama de oportunidades para escoger de esos anaqueles a los que Usted hacía referencia. El éxito viene directamente y de forma expedita simplemente cuando sentimos que podemos ser parte de algo, que nos pudimos levantar de la cama después de una larga enfermedad, alcanzar un título, ayudar a alguien a cruzar la calle o asistir a una conferencia como esta; para que nos repitan que el poder es nuestro y que sólo debemos interpretarlo. El éxito está vinculado a las emociones, como la felicidad… El presentador discretamente me hizo señas nuevamente con la muñeca apuntando el reloj y el orador le colocó la mano en el hombro como diciéndole que esperara. Reí para mis adentros, porque ya no quería parar.

Los insumos de la vida, son justamente esos fragmentos con los que preparamos nuestros éxitos, a veces sabemos escogerlos, otras no, por eso sentimos que tardan mucho en llegar o incluso, sentimos que no llegarán, pero el éxito está en cada cosa grande o pequeña, que hacemos y que al final se traduce en esa emoción y esa felicidad que nos anima a continuar. Yo escribí ese texto que Usted citó. Solo lo había escuchado en mi mente, en mis lecturas correctivas en voz alta y hoy, ha sido un gran éxito haberlo escuchado en esta conferencia. Gracias por su tiempo.

Escuché un aplauso fuerte que venía justo de mi amiga sentada a un lado al que se unió el conferencista y el propio presentador con los asistentes. Mientras yo como casi siempre, quería desvanecerme…

Elio Montiel

Para píldoras para dormir conmigo mismo

Junio 2021.


martes, 15 de junio de 2021

Yo lo Tomo con leche ¿Y Tú?

Elio Montiel. Para Píldoras para dormir conmigo mismo.
Junio 15 2021.

A mi Hermano Alejandro

Frontera II. Emon. 2021
El camino se había hecho corto y la conversación larga y agradable. Mi joven amiga tenía mucho que decir y yo mucho que escuchar. Por un lado de nosotros, pasaron tres jóvenes, entre ellos una chica que no levantaría los dieciséis años llevaba en plan ofrenda una caja, que llamó momentáneamente mi atención, sin embargo volví a ser atrapado por la conversación de mi joven amiga hablándome sobre las necesidades que teníamos como sociedad, las implicaciones que tenía lo políticamente correcto, las necesarias medidas ambientales para concurrir a la gran conferencia de países que estaban sumados para ese gran esfuerzo de hacer una comunidad global llena de respeto a las diferencias, la inclusividad, y las normas que debíamos seguir en bien de una humanidad mejor.
Su conversación interesante me hacía reflexionar sobre muchas otras cosas, experiencias pasadas, sin caer en el dogma que todo antes era mejor, creo firmemente que toda época tiene sus cosas buenas y malas. ¡Tontos nosotros que no aprovechábamos esas experiencias! Pensé en voz alta, por lo que la joven a mi lado se extraño y consideré entonces no estar diciendo algo que fuera acorde con lo que estaba diciendo en ese momento la chica, sin embargo, me valió su pausa para hablar sobre mis reflexiones de lo conversado.
¡Que oportuno fue que hayamos tenido que caminar porque no funcionara la línea del metro! Dije muy seriamente. Lo cierto es que de alguna manera me siento como haciendo una actualización de Windows programada, ¿Sabes? De esas que se producen y al final no te das cuenta de cual fue el cambio real.
Estoy de acuerdo en muchas cosas de las que has mencionado. Como sociedad, necesitamos entender y extraer responsablemente el conocimiento obtenido de las experiencias pasadas, algo que supongo se te ha olvidado mencionar y que se asemeja un poco a las actualizaciones de las que hablé. Al final te salen una serie de explicaciones y nuevas instrucciones que no leerás con toda seguridad, es decir, el conocimiento de las experiencias pasadas. Y así, sigues utilizando Windows dándote uno que otro choque con las herramientas y todos los jugueticos nuevos que trae. Mi amiga sonrió por unos momentos. Yo continué, después de todo era mi turno.
De las cosas mas importantes que he logrado atesorar como experiencia es comprender el profundo respeto que debemos tener hacia cada cosa a nuestro alrededor. ¡A todo! Enfaticé. Llámense, personas, animales, y aunque suene raro, cosas… Todo de alguna manera está asociado a nuestras vidas por alguna razón. No digo que sea fácil comprenderlo, mucho menos cuando compite con la realidad de tenerlo e incluso de no tenerlo, pero afortunadamente están allí… hay siempre mas preguntas que respuestas dije a manera de colofón.
Entiendo… Dijo mi joven amiga sin mucho entusiasmo y agregó: pero concordarás en que es importante detener esa ferocidad con la que estamos destruyendo nuestro “alrededor” como dices.
Sin duda alguna, pero no debemos destruir la huella que hizo posible todo lo demás, eso es lo primero que debemos salvar. Apunte sin dilación; a lo que respondió. ¡Claro! eso es a lo que llaman la batalla cultural. No obstante, será gente que esté preparada para enfrentar el futuro con estas formas de pensamiento las que harán posible el surgimiento de una sociedad mejor.
Querrás decir, una élite…
No sé si alguna vez te dije que hace tiempo atrás, fui profesor en una institución universitaria en el extranjero. Allí solía hablarles a mis estudiantes del desarrollo de un pensamiento crítico responsable, es decir, argumentado de manera tal que no fuera simplemente crítica, parafernalia o demagogia, los simples hechos acorazados con argumentos sólidos, los justos.
En una oportunidad les propuse investigar para una posterior exposición oral. El tema seleccionado serían los valores, y cada uno debía escoger uno en particular, exponerlo y defenderlo con severidad. En esa misma clase les propuse la siguiente pregunta: ¿Quiénes creen Ustedes serán las personas que sobrevivirán para ver los tiempos Futuros? La clase, como era de esperarse saltó como un resorte para darme sus respuestas. Todos coincidían en la preparación, la educación, el profesionalismo, la constancia, los idiomas, etcétera, como suele en estos tiempos parecer el perfil idóneo para ese futuro. Con cara de desilusión, les dije que estaban equivocados, que, si nos deteníamos a pensarlo bien, nos daríamos cuenta que solo aquellos preparados para afrontar el futuro serían las personas que llamamos, vagabundos, locos, recolectores, recoge latas, mendigos, desechables, “homeless” entre otros términos, aquellos cuyas vidas sean más importantes que cualquiera otra cosa y estén dispuestos a arriesgarlo todo … lo cual es un valor. Dije. Hice una pausa en medio del silencio de mis estudiantes y concluí la clase.
¿Recuerdas los chicos que hace un rato pasaron a nuestro lado?
La verdad no. Respondió mi joven acompañante.
Dos eran chicos, un poco famélicos, de buen tono muscular, poca grasa por supuesto y se veían ágiles. Con ellos dos, una chica más joven con la misma apariencia. Llevaba una caja en las manos, En esa caja llevaba lo que parecían ser restos de carne. Por la apariencia de su carga intuí que la había sacado de alguna bolsa de basura.
Cada vez, veo más casos como el de ellos… eso quizás no los haga los mejores, la élite, pero si lo que resistirán el futuro que se avecina de seguir por el camino que vamos como sociedad. No se trata de qué hicimos, hacemos o haremos. Se trata de que lo que hagamos, sea con respeto, equidad y justicia en cualquier ámbito. Argumentos verdaderos y de construcción social, no los actos que amparamos bajo el lema de lo “políticamente correcto”. ¿Por qué más bien no decir lo justo? Sé que, si buscas en la historia, o quizás más cerca de ti, en tu propia familia, encontrarás que eso es parte de lo que nos ha traído hasta este camino. En unos metros más adelante Tú deberás tomar el camino en dirección a tu casa y yo a la mía. No habrá vuelta atrás, es lo que debe ser. Sin embargo, podemos hacer un punto de inflexión a voluntad e irnos a tomar un café, eso sería verdaderamente un cambio.
¡Cambio! La palabra mágica sin duda, la que necesitamos para construir, no una, sino mejores sociedades donde cabría absolutamente todo, sin vacíos de concepto, sin opacidad sin “ideogamias” compulsivas llenas de intereses, pero sin profundidad y cargadas de resentimientos
Se necesita realmente rescatar los valores que nos edifican primero como individuos, no podemos empezar por otra cosa, sin antes hacer eso, cimentar mi individualidad para poder entender que esa individualidad es producto de la existencia de la individualidad del otro y no por una mera casualidad aglutinante que luego nos hace sociedad...
A ese punto de mi discurso me di cuenta que íbamos entrando a un café en la avenida. Mi joven amiga se me quedó mirando con una sonrisa iluminada y dijo. Yo lo tomo con leche, ¿Y Tú?




Nota del Autor: Ideogamia voz utilizada por el autor para significar compromiso con determinada idea.