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domingo, 27 de diciembre de 2020

jueves, 17 de diciembre de 2020

sábado, 12 de diciembre de 2020

Chocheras - Cuentos cortos

 Chocheras

 

 

El teléfono de hilo. Emon.
Ilustración digital. 2020. A.P.

Debo comprar aceite en el mercado. Pensó Jacinto mientras escurría el envase.

¿Sabes las cosas de Bernardo? Escuchó decir a María que entraba en ese momento a la cocina.

¿Qué pasa ahora con Bernardo? Replicó Jacinto con enfado.

Me acaba de decir que cuando lo venga a buscar la “pelona” lo entierren con las cucharas de madera que usa para cocinar.

¡Ay! María ¡No hagas caso, son chocheras!

Y, ¿Por qué dirá esas cosas Jacinto?

Por Emérita…

¿Por Emérita? ¿Su hija difunta?

Dice que nunca pudo darle un plato de comida después que su mujer y él se separaron, ya sabes, chocheras m’ija, chocheras…

 



Cuentos cortos

Elio Montiel

sábado, 28 de noviembre de 2020

Sobre Creer, Momo y eventos del pasado

Ocaso. Emon. Foto Intervención digital.
fotografía Emon. 2018.


Momo se había aparecido la noche anterior bajo la protesta de no querer ir a un evento religioso de un familiar de sus padres. Mientras desayunábamos me explicaba porque no quería asistir aludiendo su falta de comprensión de algunas creencias que no compartía 

Eso es bueno. Le dije. ¡Vamos, no que no hayas ido con tus padres! Sino que de alguna manera te inquiete el tema de las creencias. Pensé, que al menos no estaría asaltándome con sus preguntas de cómo ser presidente. 

Entonces, ¿qué es lo bueno? Preguntó casi como un relámpago. 

Asistir a ese tipo de actividades creo que es una buena forma de representación de cómo el ser humano desea verse a sí mismo, aunque sea durante unas horas. Sonreí irónico en la última frase. 

Eso me parece una excusa. Dijo Momo con cierto enfado. 

También creo que es la mejor excusa. Dije en tono comprensivo y agregué, nadie puede censurarte por lo que crees, siempre que respetes lo que cree el otro; eso allana caminos, construye puentes y dignifica a la persona que actúa así. ¡Es lo que te hace ser mejor ser humano! Puntualicé mientras le alborotaba el cabello con la mano. 

Pero no deberían obligar a nadie a ser feliz o mejor persona en términos o beneficio de quien obliga. Es posible que uno se sienta mejor o mas feliz sin que alguien le quiera hacer “feliz” a uno. Dijo Momo muy seriamente apartando mi mano de su cabeza. 

Sonreí pensando. ¡Creo que me está gustando este Momo! 

A decir verdad, no me gustan esos procesos neocolonialistas religiosos que asumen algunas fervorosas personas, pero que hay que tomar en cuenta que en la gran mayoría de los casos, las personas son sinceras cuando te hablan de sus intereses religiosos; pero lamentablemente también hay fanáticos cuyo radicalismo les hace perder la dirección. 

Por otra parte, están las instituciones que los cobijan y que es justamente donde radican muchos de los problemas, pues estas, en algunos casos, o no en ellas, siendo honestos, sus líderes, pierden, no la dirección, sino la brújula de su verdadero propósito. 

A ver Momo. Imagina a aquel hombre que vio por primera vez un rayo iluminando la noche frenéticamente y luego escuchó aquel ruido estruendoso en medio del silencio nocturno. Debe haber sentido… 

¡Miedo! Respondió Momo 

…Miedo ¿Verdad? Respondí acentuando la pregunta. 

Momo estaba lelo, escuchando con paciencia. Extrañamente, sin interrumpir, (que ya era ganancia). Como si recreara en su mente la narración que le hacía. 

Imagino, que habrá sentido mucho miedo, ¡qué digo Miedo! ¡terror! Luces y sombras en la escena, efectos de sonido que herían sus oídos acostumbrados tan solo al sonido de los animales nocturnos, el correr del agua, la lluvia y la brisa entre los árboles. 

Sintió desfallecer sus piernas, cayó de rodillas atemorizado, cubrió su cabeza con sus brazos y manos intentando protegerse de aquello que no podía razonar, como muchas otras cosas. Y de repente, agua que caía del cielo lo cubría totalmente como una cálida caricia. Levantó su cabeza y observo a su alrededor, donde no había nada. 

¿Qué era eso tan poderoso que le había hecho sentir tan poca cosa? … 

¡Dios! Respondió Momo acelerado… 

Quizás. Dije mirándolo sospechosamente a los ojos. Ahora bien, pudo haber preguntado ¿Quién? O quizás ¿qué? Pero también pudo haber preguntado ¿Por qué? ¿No te parece? No lo sabemos...

Cierto, cierto. Dijo Momo con su típica expresión de “dame más”. 

Ese primer hombre, que enfrentó por primera vez la experiencia de ese fenómeno, buscó respuestas y posiblemente las haya encontrado con sus medios; explicaciones que seguramente se adaptarían a sus necesidades y conocimiento. 

O sea, Dios no existe. Argumento ligeramente Momo. 

No es lo que digo. Dios existe para aquellos que creen que él existe, porque eso les da valor, coraje, misericordia, bondad... etc. Valores intrínsecos en el ser humano común. Lo mismo será para aquellos que siguen otras creencias y que a mi manera de ver, surgen de la pregunta de aquel primer hombre que se enfrentó por primera vez a aquello desconocido y tuvo el valor de tratar de entenderlo. 

¿Podrías contarle esa historia a mi abuelo? Dijo Momo. Nada, nada. Es un chiste. Recogió su bolso mientras se reía y se despidió diciendo. 

¡Mañana vuelvo por lo de la encuesta! Y cerró la puerta tras de sí. 

Caí de rodillas en el piso y pregunté ¡Que encuesta? 



Elio Montiel 

Para Píldoras para Dormir conmigo mismo. 

Noviembre 2020 


lunes, 9 de noviembre de 2020

De las sombras y una carta anónima.

Viaje. Elio Montiel - Emon
Bolígrafo. 30 x 22 cm.
2020. A.P.

Emprendes el viaje
Desempacar antes
Las sombras no te siguen
Elio Montiel


La mañana estaba un poco húmeda este día, en el que había decidido limpiar la memoria del teléfono de la cantidad de mensajes que había guardado. Al entrar a la galería encontré la foto de un familiar que, aunque no tuve oportunidad de conocerlo como hubiese querido, siempre fue una referencia de la familia.
Al poco rato de borrar, decidir borrar y no borrar mensajes, fotos y demás mensajitos me llegó una llamada que atendí apresuradamente. 

La persona del otro lado de la línea llamaba para preguntarme sobre como me encontraba y como siempre interesada en cuanto pudiese decirle; me habló de sus preocupaciones, un tanto acuñadas por sus temores y afectos transformados en añoranza, cosa común entre los que han decidido salir del país buscando nuevos rumbos, oportunidades, en fin… Le dije que todo eso pasaría, que las sombras al final se desvanecen y que era importante resolver las sombras que hubiesen en nuestra vida antes de emprender cualquier camino. 

No tardó en preguntar. ¿Cómo se hace eso? 

Te contaré que hace tiempo leí una carta de algún anónimo que decía algo que a mi parecer era una gran verdad. La carta en cuestión era una despedida; el adiós de alguien que al parecer estaba por concluir sus últimos momentos. Llamó mi atención porque me recordó unas palabras acreditadas a Alejandro Magno que siempre he valorado por ser muy realistas. La carta decía… 

“No me arrepiento de nada, jamás lo hice. Asumí silencioso todo cuanto fui y creo que es la primera vez que me importa un comino lo que hayan pensado, piensen o vayan a pensar de mi. 

Me llevo sus críticas y recomendaciones por si existe una renovación vital, las tomaré en cuenta para ser un mejor ser humano… o lo que sea que vaya a ser… a estas alturas de mi vida, tampoco me interesa, porque mis verdaderos tesoros me los llevo egoístamente para que se extingan con esta existencia que se desvanece. 

En cuanto a mis objetos de valor pueden quedarse y repartirse todo, pero por favor, no lo hagan como breves depredadores, valoren lo que se llevan o simplemente déjenlos en el olvido, para mi tenían importancia por su significado en mi mundo. ¡Eso sí! Si escogen algo, ¡escojan bien! No se lleven basura a sus vidas para después sentirse miserables por causa mía y termine yo atado a este infierno a causa de Ustedes. 

Del otro lado de la línea se hizo silencio… 

Con respecto a tu pregunta, Tú solo tienes tu sombra, deja la de los demás tranquila y confía en que has hecho todo cuanto estaba en tus manos sin arrepentimientos… 

Pero no es fácil. Dijo 

Lo es cuando lo decides. Respondí. De eso se trata la vida. Las sombras que duelen son las más difíciles, pero tu también estarás sola en algún momento. Debes seguir el camino y luchar con lo que tienes, ¿de qué vale arrastrar cadenas invisibles? Todo al final termina, nada es impermanente y todos al final… aprendemos a seguir andando. 

Elio Montiel 

Para Píldoras para dormir conmigo mismo.
Noviembre 2020

lunes, 2 de noviembre de 2020

Momo, la política y el político





Prensa libre. Elio Montiel - Emon. Dibujo.
22,8 x 30 cm. 2020. A.P.

Había salido de casa por unos breves momentos para cancelar la deuda de condominio en una oficina cercana. Podía haberlo hecho “on line”, pero sentí la necesidad de caminar aunque fuese unas pocas cuadras. 

A decir verdad, el recorrido no fue muy gratificante, en realidad algo gris según mi percepción de las cosas y las personas que vi. Como he dicho en otras ocasiones pienso que mi cerebro trabaja en diferentes dimensiones, y la calle, en esta oportunidad, pareció despertar a todas y cada una de ellas… 

De regreso, al llegar a la puerta de la casa, encontré a mi siempre inesperado amigo Momo, dormitando cual el felpudo que da la bienvenida. Hice sonar las llaves y Momo se sobresaltó diciendo: Estoy despierto, estoy despierto y acto seguido preguntó. ¿Dónde diablos estabas? 

Respondí a manera de chiste. Entregando un informe de Seguridad Nacional… 

Abrí la puerta cediéndole el paso, que no dudo en aceptar, lanzo su bolso en el sofá y se acomodó viéndome como quien vigila a un ratón salir de su agujero. 

Pensé que estarías en campaña, dada nuestra última conversación. Comenté irónico. Reclinó su barbilla en la mano apoyada en el brazo del sofá e hizo una mueca a manera de sonrisa burlona. De allí, no pasaron dos segundos cuando lanzó su pregunta. ¿Qué hace un político? 

Me sorprende tu pregunta, aun cuando sé de tu interés y deseo de ser Presidente. Respondí. 

¿Qué hace un político? Lo que hacemos Tú y Yo, es decir, cualquier persona, que por ideas, razones e intereses, participe en actividades identificadas como partidistas, indistintamente, si tienen o no un cargo público. Sin embargo, desde su concepción más amplia y a mi manera de ver, en lo que a política se refiere, es lo que permite la convivencia dentro de un grupo social. 

Cuando Papá decía: “los niños, a la cama a las 9 de la noche, ¡que mañana hay cole! Y deben levantarse temprano”; Papá era quien tomaba las decisiones del grupo, dándonos la línea a seguir. Era el Líder. Administraba los ingresos familiares buscando satisfacer las necesidades de todos los integrantes de la familia, velaba por la seguridad y definía las prioridades con el apoyo de Mamá y la información que obtenía del grupo familiar. 

¡Claro! Ya sé que esa no es la respuesta que buscas, sin embargo, es a mi entender lo que hace un político. ¿Captas? Momo se quedó mirando con atención. 

Pues, un político hace aquello que busca la satisfacción de las necesidades de quienes eligen su liderazgo; nada más simple que eso. Un político, es aquel que asume la responsabilidad de trabajar duramente para otros, en el beneficio de otros, por la justicia de otros, que es a su vez, trabajar para beneficiarse y recibir la misma clase de justicia que el otro, porque comprende que el forma parte de quienes lo eligen. No se distancia de ellos sino que por el contrario se acerca a ellos para entender sus necesidades. 

Un político se construye a partir de ese principio, otra medida no existe, o puede resultar incierta, pero el problema comenzó con la construcción histórica de lo que es la política y un político. Eso es lo que ha desviado la acción política de la fuente de su propósito, que no es otro que la gente, propósito que se ha transformado en el tiempo en moneda de cambio, de allí que el político crea en su fuero interior, que debe recibir y no dar y la gente ha ido perdiendo su sentido de responsabilidad de accionar junto al líder elegido. 

Tú, que deseas ser presidente, deberías tener eso en mente. ¿Qué político quieres ser? Uno que les recuerde permanentemente a quienes decidieron aceptar su liderazgo por elección, que deben acompañarlo al escribir la historia de una verdadera Nación, u otro que jugando a ser político, olvide la fuente de su poder, que al final, siempre será tan sólo una cuota. 

Algún día te contaré la historia de un Líder Cátaro que perdió la vida en un sueño en el que salvaba a su pueblo. 

Espero no haberte cansado con lo que he dicho, pero seguramente tendrás algo más en que pensar. ¡Ah! Y una última cosa. La raza humana es la única que es capaz de construir su presente desde la negatividad de las ruinas de su pasado y formar un mundo de intolerancia y resentimiento que apabulla en sus acciones. 

Momo se levantó del sofá, fue a la nevera, tomó un vaso de leche, lo lavo, para mi sorpresa, recogió su bolso del sofá y me tendió la mano muy formalmente en señal de despedida. Estrechamos las manos viéndonos a los ojos y finalmente se retiró con la promesa de una nueva visita. 



Que descansen. 

Elio Montiel 
Para Píldoras para dormir conmigo mismo 

Noviembre de 2020 

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domingo, 11 de octubre de 2020

De los juguetes para armar y los cestos de papel

 

Serie Texturas. Cuadricula. Elio Montiel - Emon.
Material textil. 84 x 60 cm. 2020.



La vida es un juguete para armar que viene sin instrucciones. Entonces, y aunque no se crea, podemos armarla como queremos. Sí, es un juguete difícil, pero es nuestro, hagámoslo entonces lo mejor posible. 

“Soy malísimo para las cosas que se arman, lo de arquitecto no se me da bien por lo visto.” Sentenció mi amigo para luego llevarse la tasa de café a los labios y mirar de lado hacia donde la bulla del tráfico parecía atrapar su atención. 

Siempre nos queda llamar al arquitecto, no todo tiene que ser blanco o negro. Dije mientras trataba de recapturar su atención. De lo que no hay duda… Continué. Es que quien escribe el guión es uno mismo, le da forma y lo proyecta en la pantalla de su vida. 

¿Has visto las plantas que se  encuentran al fondo del jardín? Pregunté. 

¿Te refieres a las que tienen unos tallos largos y unas flores enormes? 

Cuando sembré esa planta lo hice porque quería embellecer un poco ese espacio tan solitario. Recuerdo que todo el mundo me decía que en ese lugar la planta no prosperaría, que moriría y habría perdido mi esfuerzo y mi dinero. Sin embargo, tuve fe en su naturaleza y la sembré allí. Un lugar con muy poca luz y un suelo no muy fuerte y me comprometí a colaborar en lo que esa planta necesitara. Hoy en día es la que mas flores da; sus tallos altos son el producto de su natural deseo de alcanzar la luz, que como habrás visto no llega mucha a esa parte del patio. 

Todos, aun cuando a veces nos sentimos agobiados, tenemos una gran fuerza interior que algunos llaman “convicción”. Yo prefiero llamarle “naturaleza” le dije. Una naturaleza que nos impele a alcanzar aquello que queremos, y como la vida nos brinda momentos, solo eso. Cada uno de ellos, transitorio y en cada uno de ellos la oportunidad de decidir como queremos enfrentarlos. Habrá algunos fallidos, otros menos pero no dejarán de ser nuestros, nuestro juguete para armar. 

Así que, intenta una vez mas siempre que puedas, nada cae en “saco roto”; que no te importe arrugar la hoja de tu guión y lanzarla al cesto de la basura, para tomar una nueva cada vez. Quizás mientras más hojas haya en el cesto mas claro tendrás tu propósito y mas oportunidades tu naturaleza de florecer y el miedo no será otra cosa que una hoja de papel que arrojas al cesto. 

Elio Montiel 

Para Píldoras para dormir conmigo mismo 

Octubre 2020 

lunes, 28 de septiembre de 2020

¡Quiero ser presidente! O sobre la Utopía de Momo

 


Angel Caído. Elio Montiel. Acrílico
sobre tela. 70 x 50 cm. 2006

La historia de hoy no iba a ser escrita, y quienes me siguen, saben que por lo general, suelo escribir con cierta periodicidad; pero los ánimos no estaban del todo bien y había resuelto tomarme el día, lo que por lo general resulta ser más productivo y ocupado de lo que suele ser.

Al llegar a casa de las compras de la mañana; ¡Oh sorpresa! Encontré a Momo arrellanado cual mendigo frente a mi puerta haciendo lo que le es más fácil hacer: dormir.

A su lado, el bolso raído que gritaba: ¡por favor, lávame! Lo cual me hizo pensar que se había vuelto a ir de casa. Me quedé observándolo, pensando en que nuevo lio se había metido esta vez…

El sonido de la llave al abrir la cerradura lo despertó. Tomó su bolso y pasó como “Pedro por su casa” literalmente. Se detuvo unos segundos dándome la espalda y luego se volvió hacia mí, me descargó de algunas bolsas y las llevó a la cocina. Volvió a la sala y se arrojó al sofá en plan Superman. Mientras, yo lo observaba, observarme por el rabillo del ojo.

¡Caramba! Dije: ¿Y que le trae por estos lares al Ciudadano Momo? Pretendiendo sonar un poco irónico. ¡Días sin venir! Exclame con falsa sorpresa.

No, no ha pasado nada. Dijo con la barbilla al pecho, y sí, tenía tiempo sin venir. Completó después de bostezar largamente. Me miró desde las bajuras de su flojera, tendido en mi sofá y dijo en tono muy serio: Quiero hablar contigo.

¡Muy bien! Contesté. Generalmente no suele pasar Comenté con sorna. ¿Y que te inquieta esta vez? En el mismo tono de sorna anterior, en tanto que sacaba los abastos de las bolsas.

Nada… quiero que me asesores…

¡Wow! ¡Asesor del Sr. Momo! ¡Que dignidad! ¿Y en que quieres que te asesore?

Se incorporó con aires de seriedad y me respondió de corrido. ¡Quiero ser Presidente!

 Hablado con sinceridad, debo decir que aquella frase me puso la piel de gallina. Fue tan sincero al decírmelo que casi me creo lo que decía.

A ver Momo, cómo es eso de que quieres ser presidente. ¿Presidente de qué?

Presidente. Respondió convencido y alzando los con liviandad los hombros. ¡Presidente de la Nación! Enfatizó como si se diera cuenta de que no lo creía una sola palabra de lo que decía.

¡Espera! Pero, ¿Qué sabes tú de ser Presidente? Nada. Respondió tan tranquilo. Por eso es que he venido a hablar contigo para que me asesores…

Momo, pero si tu no sabes de política ni leyes, ni de economía, ¡en fin! Ignoras muchas cosas que hay que saber. Se me quedó viendo fijamente y francamente, pensé que abandonaría y diría como siempre: ¡Es una broma! Por el contrario, se levantó del sofá y dijo. ¡Tengo el propósito de ser Presidente de esta Nación!

Sentí tanta convicción en aquellas palabras, que se me erizó la piel. Momo esta vez, hablaba en serio…

Me senté. No podía evitar darme cuenta de que esa nueva actitud, en profundo conflicto con su aptitud me había aflojado las piernas y auguraba para mi un dolor de cabeza.

Lo que dices es muy grave. Dije con demostrada sorpresa

Pero, ¡es que todo está mal hecho y sin lógica, nada funciona!

Aquella palabra: “Lógica” parecía llegar desde un universo paralelo y no de la boca de Momo. Y debo decir que estaba en un “Shock” oscilante entre reír y creérmelo. ¡Mas cerca de reír claro!

De manera paternal le expliqué que para eso necesitaba tener un programa político, una oferta válida para las personas, además de conocimientos, ¡no sólo propósito!

Su respuesta fue aun mas sorprendente. Bueno, aunque pero no los tenga, ¡hay otras personas que sí! Y pueden ayudarme. ¡Tú por ejemplo! ¡Necesitamos cambiar cosas!

 Terminé de guardar las compras y me acerqué nuevamente a la sala y le dije. A ver Momo, te diré unas palabras sueltas y tu me dirás lo primero que se te venga a la cabeza ¿Vale?

¡Vale! Respondió.

Educación…

Sabía que eso sería lo primero que dirías. ¡Momo el Adivino!

Un poco más serio dijo. “Hay que cambiar la forma en que se educa a las personas, tiene que ser de una forma que ellos sientan que son personas y no un semillero de máquinas para hacer lo que otros quieren, pero sobre todo formarlos en la capacidad de corresponder con lo que aprendan

Política…

Se sentó, como si supiera que Yo iba en serio…

Papá siempre decía que todos éramos políticos, cosa diferente a ser de un partido. Por tanto, si todos somos políticos debemos participar con seriedad en las decisiones que nos afectan a todos pero siempre con honestidad y compromiso. Exclamó.

Justicia…

Se quedó en silencio unas fracciones de segundo e inmediatamente dijo con los cachetes inflados. No hay justicia si quien se encarga de ella, no la practica para sí y para los demás.

Economía…

No sé nada de economía, ¿Si? Pero sé que debe haber alguien honesto que lo sepa y la mejor forma de saberlo es que exista una especie de tribunal de competencia, que pueda decidir “Momo, no sabe de economía, pero fulano, sí” y así también para todo lo que haga falta para hacer  una nación feliz y que sepa que tiene propósito su existencia…

Trabajo…

A estas alturas del partido, comenzaba a convencerme que,  a quien tenía frente a mí no era Momo sino un Alienígena ¿Me lo habrán secuestrado? Sumergido en mis propios pensamientos escuchaba en el fondo a Momo decir su discurso de la importancia que tiene el trabajo para hacer sentir útil a cada individuo “no es ni siquiera lo que haces, sino que lo haces y recibes respeto por ello”

Ambiente y recursos naturales…

Voy a hacer como haces tú para explicarme ciertas cosas. Esta mañana me regalaron una revista donde vi ilustraciones de hombres, mujeres y niños rodeados de un paraíso verde, donde animales y seres humanos compartían relajadamente. “Edén” decía, pero entendí que no se trataba de que el león no se comiera al hombre o el hombre no cazara al elefante, sino del respeto a las vidas de todas las especies…

Dos largas horas se sucedieron. Yo recitando palabras como una lista de mercado y Momo, este “Alienígena” que me había llegado a casa, disertando sobre muchas cosas, sin pretender o parecer estar en lo correcto, con respuestas para todo y también preguntas para todo…

Lo interrumpí para decirle que me parecían excepcionales sus opiniones, pero que ya era muy tarde. Le propuse entonces una tarea.

Busca el significado de la palabra “Utopía” Si después de conocerlo, aun quieres seguir siendo Presidente… Te acompañaré en el camino, si decides que no, también…

Momo recogió su bolso, y se dirigió a la puerta. Se volvió hacia mi y con una muy seria expresión en su rostro me dijo: Nos vemos mañana.

 Confieso que si la frase hubiese sido ¡Era una broma! Me habría sentido decepcionado.

Hasta mañana Momo, a veces los sueños no deben soñarse, deben construirse…

Se sonrió y cerró la puerta.

Yo me quedé pensando en cuan sorprendentes pueden ser las personas.

 

 

Elio Montiel

Para Píldoras para dormir conmigo mismo

Septiembre 2020

 

 

domingo, 13 de septiembre de 2020

SOBRE LA TERAPIA DE ESCRIBIR Y DE LEER

 



Los dos Lados (Detalle). Elio Montiel. Dibujo en tinta
sobre papel. 21 x 30 cm. 2020

No siempre existe la motivación para escribir, esa clase de automatismos no existen, o al menos en mi caso, Yo ejercito mis procesos en la escritura, realizando notas que en un momento dado pueden adquirir significado, un relacionamiento que pareciera acordar con circunstancias específicas de nuestro día a día. 

Una especie de terapia que con el tiempo se ha convertido en una disciplina que a mí en lo particular, se me presenta muy productiva en lo que a creatividad y desarrollo de mis ideas se refiere. 

Hace algunos días conversaba con un amigo al que, por razones distintas a las mías, le tocaba llevar un diario de manera terapéutica. Me decía lo difícil que era relacionar los hechos que escribía con sus verdaderas necesidades terapéuticas. 

Al principio me fue fácil explicarle que la intención de esa herramienta era que expresara sus emociones haciendo conscientes sus pensamientos, ideas y sentimientos. Le comenté que solía recomendar la biblioterapia como estrategia terapéutica, si embargo, hoy día no hay mucha gente que se interese en la lectura estos días, pero no la descarto como alternativa junto a la terapia de escritura. 

Frente a mí, mi amigo me observaba en silencio. 

La lectura, expliqué; dinamiza tu imaginación haciéndote ser parte de la trama del libro, caminar los mismos caminos del autor y sus personajes, vivir las aventuras y desventuras de ese otro ser imaginario, que puede, entre muchas otras cosas, servirte de hilo conductor dentro de la trama de tus emociones, tu vida y tus sentimientos. 

Lo pertinente de la escritura como agente “sanador” o terapia es que te permita extraer aquello que te inspire desde la perspectiva de tus propios ejemplos y puedas salir adelante con ello. Escribe la poesía de tu vida, no un diario de derrotas y miedos. ¡Escribe un cuento! El que quieras protagonizar con tu propia vida y dejar atrás aquello que te lastima. 

Luego de unos segundo, mi amigo preguntó: ¿Algún libro que me recomiendes? 

“Más Platón y menos Prozac” de Lou Marinoff 

Ambos nos quedamos observando por la ventana de la casa desde donde se podía ver como poco a poco iba acercándose el atardecer. 



Elio Montiel 

Para Píldoras para dormir conmigo mismo 

Septiembre 2020 





miércoles, 2 de septiembre de 2020

De la ciencia ficción y la Isla de la Soledad

 

Colour me True Black XII. Elio Montiel. Ilustración
Digital. 1800 x 1676 Pxl. 2019

El agua de la tetera comenzó a hervir, nada mejor que el aroma evocador del café, sobre todo el de la tarde que parece revivir a cualquiera que a las tres de la tarde necesite evitar una pequeña siesta.

En la sala de la casa me esperaba un gran amigo con el que comparto la misma pasión por la literatura de ficción. Advertí su sonrisa de satisfacción al ver las grandes tazas de café en mis manos. La conversación continuó relajada, nuestras voces sobresalían del repiquetear de la lluvia que caía afuera y la atmósfera era propicia para una conversación tranquila.

-          Entonces ¿te parece que el cine de ficción advierte de la realidad futura?

-          Siempre he creído firmemente en eso. No hay nada de mayor importancia que una persona con imaginación futurista. Nuestro mundo está hecho gracias a esas mentes que imaginaron un mundo terriblemente real en nuestros días. Dije con convicción.

La conversación se tornó más profunda al tomar como ejemplo algunas películas y series que en el pasado describían nuestra realidad actual. ¡El tiempo les ha dado la razón! Dije finalmente sonriendo.

-          ¿Incluso lo negativo?  

-          Seguramente. Respondí.

Quiere decir, ¿aceptar sin la menor protesta lo que nos sucede? No necesariamente.  Para mí, en lo personal me es difícil aceptar las cosas así nada más. Es mi naturaleza, mi sentido de justicia, sólo que suelo darles tiempo a las cosas, ver que maduran finalmente. Dije: decidir cómo actuar ante ellas.

-          Pero en el interín pierdes el tiempo, sentenció.

Respondí con mi frase cliché “El tiempo no se pierde, se vive, se respira o simplemente pasa” Es decir no te desprendes, las circunstancias suceden siempre por una razón que desconocemos en principio. Quitarle peso a cada situación que parece derrumbarnos, es como la metáfora de las aguas del rio que fluye en nuestras vidas; “siempre vuelven a ser cristalinas cuando pasan las tormentas. Ellas mismas arrastran las aguas pantanosas”. ¡mira el tamaño de milagro que somos!

Lo cierto es mi querido amigo que no podemos reducir todo a la simpleza o complejidad que pueda parecernos el momento, las circunstancias o las personas, por eso siempre será una cuestión de decidir como movernos en esas aguas, como conectarnos con todo lo que nos rodea. Siento que eso es lo que hacen estas mentes maravillosas… no ven el futuro, ven a las personas, a su entorno y juegan a imaginarlas en otros contextos con sus características, valores y sueños. Si se aplicara esa formula en la sociedad, la política, la educación, quizás hasta hubiésemos superado ya a esas civilizaciones que proyectamos en una pantalla de cine o televisión.

-          Tú también eres una de esas mentes imaginativas. Dijo como siguiéndome el juego.

No podemos quedarnos, o mejor dicho creernos la Isla de la Soledad. Es necesario expandir nuestras ideas, nuestra filosofía de vida y valores, nuestra consciencia de ser. Siempre digo que somos una de esas centrales telefónicas antiguas. Uno decide con qué plug o actitud y en qué línea llamémosla circunstancia, se conecta. La pregunta final es qué tan asertivos estamos dispuestos a ser. De qué manera queremos compartir este mundo para conducirlo a esos nuevos momentos o circunstancias futuras que a veces, simplemente a veces, imaginamos.

 

Elio Montiel

Para Píldoras para dormir conmigo mismo

Septiembre 2020

domingo, 30 de agosto de 2020

Sobre la agenda dominical y frases entre comillas

 

 

Amante de luna. Elio Montiel. Foto intervención
digital. Varios tamaños. 2018

las seis de la tarde ya había concluido un domingo, con diferentes actividades que no contaba con  realizar. De hecho, había planificado hacer absolutamente nada, pero terminé (sin arrepentimientos), por atender varias llamadas, recibir a varios amigos y sostener algunas conversaciones terapéuticas. En esos últimos minutos en los que intentaba retomar lo planificado, léase no hacer nada. Sonó una vez más mi celular. 

Del otro lado de la línea, una voz que se reafirmaba con sus propias palabras sentenció. “Con todo esto que sucede, el mundo se paró. Y así como también hubo gente que se detuvo, no sé, si a manera de reflexión, por estar en una especie de vorágine acelerada y ciega” … Hubo silencio suspensivo y nuevamente la voz continuó diciendo. “En cambio a mí, me hizo dar cuenta de que estaba paralizada, caníbal de mis propias emociones decidí pincelar con romance, al igual que muchos otros, la realidad que estaba viviendo… Un breve repaso de lo dicho, quizás como un pensamiento fugaz detuvo nuevamente la voz que cerró sus palabras diciendo. “Finalmente me reactivé”. 

El silencio volvió y pensé que era el momento del dialogo en el que me correspondía a manera de oráculo dar a conocer mi parecer a la reflexión de mi interlocutora. 

Me sentí un tanto comprometido y pensé en decir “El mundo no se detiene porque uno pida la siguiente parada del autobús de la vida. Sin embargo, comencé diciendo. “El mundo no se detiene, la vida no se detiene. Se trata solo de una sensación personal de que algo no está sucediendo como debería en nuestra vida y no nos damos cuenta de qué es exactamente; hasta que finalmente surge un golpe de timón, un simple cambio de actitud que se vuelve inquietamente revelador y nos despierta del letargo de la ensoñación que nace de nuestra falta de coraje, de nuestros miedos; o también como resultado de nuestra rebeldía ante las circunstancias. 

Ambas formas son positivas porque nos despiertan de la ilusión, ese cristal opaco que posee la virtud de dejar atravesar la luz de nuestra fuerza interior cuando así lo decidimos, o la oscuridad que yace en nuestros temores. Cuando lo primero sucede somos capaces de dar grandes pasos en direcciones correctas y seguir avanzando indetenibles, intuitivos, y definitivamente más fuertes. 

Del otro lado de la línea escuché una voz relajada que me decía: ¡Así es exactamente! 
Gracias. 



Elio Montiel 

Para píldoras para dormir conmigo mismo 
Agosto 2020

lunes, 17 de agosto de 2020

Un cuento de pollos


Libertad. Elio Montiel. Ensamblaje.Materiales varios
de reciclaje.
 37 x 57cm. 2018
Tocaron a la puerta de la casa repetidas veces con pausas aparentemente calculadas por la impaciencia. Al principio me dije que sería bueno esperar unos segundos a ver si eran ideas mías o si quien tocaba estaba realmente impaciente… Silencio.  De repente, una nueva arremetida contra la puerta y la voz rezongona de Momo que decía. Abre la puerta, sé que estás allí…

Reí. Sabía muy bien en mi interior que no podía ser otro que mi amigo Momo.

Al abrir la puerta, pasó directo a la sala y se apoltronó como de costumbre. Llevaba consigo un bolso deportivo y una bolsa plástica que contenía unos zapatos. ¡Me acaban echar de casa! Dijo sin mucho preámbulo. Pensé que seguramente había hecho otra de sus impertinencias. ¿Y tú que hiciste? Pregunté, esperando una medianamente entendible explicación. ¡Me fui! Respondió subiendo los hombros. A lo que me refiero es: ¿Qué hiciste para que te echaran de la casa? Repregunté, entendiendo que no lo había hecho bien antes, con Momo hay que ser muy específico. Bajó la cabeza y dijo. Mataron dos pollos para la cena.  ¿Y por eso te fuiste?  ¡Eran mis pollos! Pero Momo, si eso es la cosa más natural.  Respondí sin salir de una especie de sorpresa burlona. ¡Pero estaban vivos! Respondió molesto, casi como un niño. ¡Si! Igual que los que compras en el supermercado.

¡Claro, claro! Respondió irónico. ¡Anda ya! ¡Regresa a tu casa y no des la lata! No puedo… Dijo acomodándose aún más en la poltrona. …me dejé las llaves en el otro pantalón.

Momo. Dije pacientemente. Eso que has hecho no es de personas maduras. Vete a casa que seguramente estarán esperando que regreses mientras se ríen de ti… Pues que se rían, me importa un pepino. Escucha Momo…

Un día, un niño estaba con su abuelo a la orilla del mar y le preguntó:

Abuelo. ¿Qué es el atardecer? El abuelo se quedó viendo hacia el horizonte y le dijo. Es el mismo amanecer del día un poco más viejo que se prepara para enfrentar la noche. Tú eres como el amanecer. Dijo el abuelo. Yo en cambio soy como el atardecer. Cuando llegue la noche podré mirarla a la cara y decirle que he tenido un día hermoso, con muchas lecciones, aciertos y desaciertos, que no me llevaré mudanza alguna a la cama más que mis afectos… solo agradecimiento y tranquilidad, como esos colores que ves en el firmamento…

Si, entiendo. Dijo el pequeño

Sí entiendo. Repitió Momo. Abrió su bolso y sacó un pollo que había comprado en el super y lo dejó en el mesón de la cocina. Recogió sus pertenencias y al salir me mostró tintineando su llavero para luego decir. Yo quería esos pollos…

 

Elio Montiel

Para píldoras para dormir conmigo mismo

Agosto 2020


 

jueves, 6 de agosto de 2020

De lo que damos, de lo que recibimos


     A veces no quiero hacer nada, las personas no son agradecidas, y eso no lo tolero, tengo una vecina que solo se acerca para ver que estoy haciendo, que traigo en la compra, si gasté o no gasté. Que puedo decirte que ya no sepas. La envidia las mata como si yo tuviera algo que no pudieran tener por su propio esfuerzo, y te soy sincero no me provoca tener un poquito de consideración con esas personas.

En la Pared II.
 Elio Montiel.
 Ilustración Digital. 2019
Mi amigo se escuchaba furioso por la línea, pero creo que era su momento de sacar la frustración y ¿quién mejor que yo para ser elegido? Esas cosas pasan. A ver, cálmate. Respondí amable, pero con firmeza. El mundo da muchas vueltas tu lo sabes mejor que yo; acaso ¿No recuerdas cuando ni siquiera podíamos vernos sin ganas de ahorcarnos el uno al otro? ¿y quienes somos hoy en día? Dos amigos, dos hermanos. Te voy a contar algo, aunque conociéndote será bajo tu absoluta desautorización, pero quiero que me escuches.

 

Un maestro chocolatero recibió el tan ansiado aviso de que había clasificado para el “Gran Concurso de Repostería de la Nación” Su exquisito pastel de calabaza y chocolate amargo había hecho las delicias del jurado seleccionador.

La buena racha había comenzado. Pensó, y finalmente podría salir de aquella panadería de quinta categoría en la que había tenido que trabajar al regresar de la guerra, cosa que siempre lamentaba al recordar el lujo e importancia de sus trabajos previos.

Decidió entonces prepararse para el gran día del concurso nacional. Por las noches, cuando llegaba de trabajar a su modesta residencia horneaba deliciosas mezclas que inundaban hasta fatigar con su aroma el pequeño espacio donde vivía.

Al regresar a su trabajo cada día, preparaba las simples pastas y masas comunes que terminaban perdiéndose en el mostrador de pastelería de aquella humilde panadería.

Cierto día llegó a la pastelería un anciano acompañado de su nieto mayor, quien insistía en salir de allí y buscar otro lugar más acogedor y oferta más apetitosa, sin embargo, el anciano, le decía al nieto que todo estaría bien. “A veces de los hornos viejos y humildes se extraen productos dignos de un Rey”. Miró al tendero y pidió que le sirviera un pastel de los que estaban en el exhibidor. Sin hacer oídos al reclamo de su nieto, el anciano partió a la mitad la pieza de “pâtisserie” y probó un pedazo para luego sacarlo con desagrado de su boca y dejarlo nuevamente en el plato. ¡Te lo dije abuelo! ¡Hemos debido ir a otro lugar!

El anciano llamó al tendero y pidió hablar con el pastelero, a pesar del desacuerdo de su nieto.

A los pocos minutos salió el chocolatero algo molesto por el incordio de su jefe y se paró frente al anciano que lo miró compasivamente a los ojos y le dijo. Este pastel es realmente miserable, triste, desolado. Sabe a dolor y desesperanza, algo que no necesitamos en estos tiempos, sin embargo, en el corazón de su masa laten los sueños. ¿Y sabe algo? A mi edad aprendí que los sueños se comparten. Hoy después de muchos años he vuelto a ver a mi nieto. Pensé que moriría sin verlo una vez más, pero los sueños son un regalo que se hacen realidad cuando mas los necesitamos. ¡No pierda la esperanza! Eso se refleja en sus acciones, en lo que damos y en lo que recibimos.

De los ojos del chocolatero rodaron unas breves lágrimas que inundaron sus ojos. Le pidió disculpas al anciano y de su delantal extrajo un trozo de su pastel de calabaza y chocolate que había preparado la noche anterior para comer durante la jornada.

El anciano lo llevo a su boca y luego de saborearlo casi infinitamente exclamó. ¡Este está vivo!

 

No hay mucho mas que contar de esta historia mi querido amigo, aparte de que el Maestro Chocolatero finalmente ganó el concurso Nacional de Repostería con un humilde pero extraordinario pastel de calabaza con chocolate. ¡Ah! Y que uno de los jurados principales de aquel concurso era el joven nieto de aquel anciano que conoció ese memorable día.

 

Que descansen…

 

Elio Montiel

Para Píldoras para dormir conmigo mismo.

Agosto 2020


De los mensajes Inconscientes ¿O encriptados?


 A mi Hermana Neida

Equo N°3.
Ilustración digital.
Elio Montiel 2020

Esperaba a que sonara el teléfono, sabía que sucedería en algún momento inoportuno como suele pasar siempre.

Pasaron las horas, pero nada, permaneció mudo durante la mañana, la tarde y finalmente llegó la noche y esta vez podía decir que mi día había transcurrido insospechadamente tranquilo.

Me fui a la cama con algunas cosas para revisar, entre las que encontré un texto que hacía días quería corregir, en ese momento llegó a mi memoria la vez que una hermana me sugirió escribir sobre “el oficio del escritor”.

Comencé por la ortografía, no sé si es una singularidad mía, pero suelo escribir en tropel, sin hacer caso de como van saliendo las palabras, a veces estoy escribiendo y suelo hacer notas al margen (escribo primero en papel) que seguramente serán de otra idea o escrito futuro, por eso de que creo que mi cerebro trabaja en múltiples dimensiones… ¿o direcciones?

En fin, comencé con la ortografía. Pasado un rato, ya había concluido esa parte por lo que seguí con el segundo paso: Simplificación de frases, oraciones y economía del lenguaje sin que lo escrito pierda el sentido que quiero darle.

El tercer paso: revisar puntuación, no es que sea muy bueno en eso, pero lo que si está claro es que me gusta hacerlo de forma que parezca que estoy hablando con quien me lee, que sienta que estoy allí hablándole a la cara, con mis pausas e imprecisiones, mis miradas esquivas o directas o como cuando digo las cosas en carretilla por un camino empedrado.

Me detuve brevemente en ese específico momento y tomé un respiro…

Al retomar mi análisis, me di cuenta que se me olvidaba poner el punto sobre la “I”, literalmente (recuerden que primero hago un manuscrito). Así que me dije: “Pongamos los puntos sobre la Íes”.

En una segunda pasada, revisé que no se repitiera en las “T” a las cuales se me olvida ponerles el palito desde mi época de primaria, en eso, ni el Padre Fermín logró con su cordón Franciscano hacerme corregir, por lo que decidí darme un regaño oficial y remarqué con un creyón rojo tanto los puntos de la “I” como los palitos de la “T”.

Al final de aquel regaño, entre puntos y palitos me quedé observando detenidamente…

Aquellas marcas al “azar” hicieron que estallara en una sonora carcajada que me dejó casi sin aliento. Debí taparme la boca temiendo que mis vecinos escucharan tal escándalo. El mapa de puntos y rayas me hizo la noche y me mando feliz a dormir con su mensaje encubierto.

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Que descansen…

Elio Montiel

Para Píldoras para dormir conmigo mismo

Agosto 2020


lunes, 13 de julio de 2020

De Historia, recomendaciones y viajes fantásticos



"Puedo recordar muy bien cuando el cortejo se dirigía a la iglesia. Por todos lados sonaban las campanas, las sirenas y todos los sonidos de la celebración, pero cuán silenciosa se quedaba la gente cuando se daba cuenta de nuestro funeral", se lee en la carta.
 Recuerdos de una niña de nueve años de Coventry, cuya madre de 35 años y su hermana de 7 murieron con dos días de diferencia
Museo Imperial de la Guerra, en Londres 1918



El teléfono de hilo I
Ilustración - Elio Montiel
Como cada mañana, leo los mensajes de amigos y familiares en la mensajería telefónica. Otro día mas para agradecer poder tener información de personas a quienes quiero. 

En estos días en los que hemos debido asumir una responsabilidad con la vida y cuidar quizás con menos arbitrariedad de la salud de nuestros seres queridos y la propia, he notado que con el transcurrir de los días en medio de la crisis sanitaria mundial, aquéllos que iniciaron con optimismo la hazaña de recluirse en casa, han ido perdiendo poco a poco y casi imperceptiblemente, ese impulso romántico hasta ensordecer, que construimos para protegernos de una realidad que cada vez se percibe más amenazante. 

De alguna manera, siento que poder colaborar e infundir ánimos a las personas de mi entorno más cercano, es parte de aquella promesa de “estar allí”, de compartir la reclusión aun en la distancia, entender sus dudas y emociones y brindarles de alguna forma “extra sensorial” el afecto que quizás tememos se diluya en medio de lo que, a futuro, nos parecerá irrelevante; como una simple justificación que nos permita poder seguir el camino. 

A tantos días de “cautiverio” ya es común leer mensajes como: ¡El encierro me tiene loca! ¡No hayo que inventar, no soporto la situación con…! ¡Me siento estúpido tratando de sobre llevar esto! ¡No sé cómo enfrentar una nueva semana así! O simplemente, ¡necesito un abrazo fuerte! 

El teléfono de hilo II
Ilustración - Elio Montiel
En 1918 la conocida epidemia de la “gripe española” acabo con más vidas de las que se pueden contar en la primera guerra mundial. Algunos relatores dicen, que la guerra terminó como efecto de la tragedia que ocasionó esa pandemia. Muchas historias cruzadas, tristes en su mayoría, dejaron un gran aprendizaje que hemos querido obviar con la dinámica comunicacional que nos permiten los avances tecnológicos. Sin embargo, el impacto emocional siempre alcanza las mismas escalas y es normal sentirnos deprimidos, angustiados o vencidos por la incertidumbre. 

Lo cierto es que este punto de inflexión debe hacernos morder el anzuelo de lo que hemos olvidado en el intento de rescatarnos de ese ciclón de emociones, para recordar mirar hacia dentro, pensar en lo positivo que puede ser para cada uno de nosotros imaginar el encierro, las limitaciones que se nos presentan, en una dimensión distinta. Sin negarlo. Decir o creer que no hay una limitación, sería absurdo, pero ver desde fuera la circunstancia e inventarnos un mundo fantástico negando el encierro, no es saludable. 

¿Por qué no intentas verte dentro? Sugerí a una gran amiga esta mañana. ¡Ningún encierro puede con eso! Dije. ¿Por qué crees que eres importante para mí, como para muchas otras personas que te aprecian? ¡Ni que fueras tan bella Agapita! Jajajajaja. Reí intentando darle algo de humor a la seriedad de mi mensaje, para luego continuar diciendo. Tu interioridad es tan grande que no hay crucero que cubra tal distancia, ni vacaciones tan largas, ni lugares tan hermosos. En otras palabras, puedes intentar sinceramente redescubrir tu individualidad y redimensionar el valor que tienes. Eso, con el pasar del tiempo te será más útil. 



Elio Montiel 

Para Píldoras para dormir conmigo mismo. 

Julio 2020