Buscar este blog

miércoles, 16 de marzo de 2022

Amor con sopa de pollo

Paz. Emon
GIF. 2022

¡Ay Falito! generalmente cuando uno se enamora, no ama... simplemente está, eso, enamorado, que es lo mismo decir abobado,  como medio demente e incluso amariconeao.

Es como la sopa que yo te hago, esa de huesos de pollo que tanto te gusta... pues si, cuando se esta enamorado uno busca siempre dar lo mejor que se tiene, por ejemplo si es una sopa, preparas todo con las partes blandas. La pechuga, los muslos le quitas los huesitos feos y bueno le dejas el pescuezo porque, ¿ a quién no le gusta el pescuezo? Pero resulta que esa sopa es simple, sin gusto. Cuando haces la sopa con los huesos de pollo, tiene más sustancia. Más... ¿qué se yo? Como decía la tía Matilde.
Estar enamorado es simple. Te gustan los ojos, las redondeses las partes blanditicas entre otras cosas, ¡a que si!. Sinembargo,  cuando amas, lo que importa es la esencia, lo que hay dentro de la persona, como en mi sopa de huesos de pollo.
Así que Falito lo que quiero que entiendas es que el amor no siempre es fácil de digerir y que resulta mejor cuando está acompañado de un hueso que nos haga masticar un poco. La próxima vez que te haga sopa de huesos de pollo lo captarás mejor.
Elio Montiel
Serie cuentos cortos
Píldoras para dormir conmigo mismo 

jueves, 10 de marzo de 2022

Los flequillos de la Abuela


El abuelo y la Niña - El hilo rojo
Solía colarme a las reuniones de costura de la abuela, quien al darse cuenta de mi presencia decía. "Anda Falito a ver si el gallo rojo puso". Lo cual significaba que mejor me fuese a jugar a otro lado y evitarle molestias frente a sus amigas del grupo de costura. Me encantaba escucharla hablar y reír con sus viejas amigas que desde que recuerdo, estaban cosiendo la misma colcha de Retazos de cuadros estampados.
 
De tanto en tanto, le escuchaba decir. ¡Ay mija! ¡Hazle un flequillo mujer! Y como de cosa sin importancia se tratara, seguían en su labor entre bolsitas llenas de parches y retazos que solían llevar a su cita semanal.

Al final de la jornada. Mi abuela despedía a sus amigas en la puerta. ¡Ya sabes hazle un flequillo!
Cierto día regresé de la escuela muy enfadado porque no pude salir al recreo a jugar con mis compañeros. La maestra Margarita me había castigado injustamente por culpa de Raúl otro compañero de mi salón. Habia estado hablando y la Maestra Margarita pensó que había sido yo quien parloteaba haciendo reír a los demás.

Mi abuela que siempre esperaba mi llegada del colegio para mandarme derechito a lavarme las manos para sentarme a la mesa, me detuvo preguntando. ¿Y esa cara de pocos amigos? ¿Sucedió algo en la escuela?
 
La abracé llorando mientras le contaba lo sucedido y le dije que lo que más me dolía era que mi Maestra no me hubiese creído.

Mi abuela me sentó en sus piernas consolándome primero y luego diciéndome que aquello no tenía importancia, que con el tiempo mi Maestra se daría cuenta de su error y que no era necesario guardar rencor ni molestarse y cerró el capítulo diciéndome. ¿Sabes qué? ¡Hasle un flequillo!
Ya hace muchos años que mi abuela partió llevando consigo sus retazos de colcha, sus risas y carácter y en todo este tiempo comprendí que aquel grupo de costura no era otra cosa que un grupo de apoyo en el que se intercambiaban las experiencias y tranquilizaban los corazones. Donde se daba importancia a lo verdaderamente valioso y se hacía un flequillo con las cosas que no merecían nuestra atención.
En ciertas ocasiones narró esta historia a mis pacientes y luego les invito a hacer flequillos.


Elio Montiel
Píldoras para dormir conmigo mismo.