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lunes, 10 de julio de 2023

Los libros desvelados


Los Libros desvelados

La plaza respiraba a la tenue luz de un farol que parecía recostarse adormecido sobre una banca solitaria que tenía una pata rota.

Bajo la pata se encontraba una pequeña torre de libros y revistas ingeniosamente utilizada como soporte para socorrer la invalía de tan triste asiento del parque. En él, depositados en el olvido, tres libros apilados en desorden movían sus páginas al viento, como si de una conversación se tratara.

Seguro que, si acercábamos nuestros oídos, podríamos entender el circunloquio que cada uno tendría, en relación a su situación actual.

¡Pues como te puedes dar cuenta, nos han dejado olvidados en este recodo del mundo donde ya nadie se interesa por nosotros! Dijo un muy manoseado libro de filosofía que debió haber visto mejores días en su época de impresión.

Obviamente mi querido amigo, el interés por lo verdaderamente valioso, ha dejado de tener importancia para quienes en principio nos acariciaban deseando el absoluto saber. Dijo entristecido "Poesía de amor".

Y qué decir de nosotros, ¡los que hemos avanzado en la historia de la humanidad enseñándoles la construcción de sus hogares, puentes, pirámides y edificios que llegan a tocar en infinito al cielo! Agregó un orgulloso y enfadado "Matemáticas Aplicadas a las Ciencias"...

Una brisa fuerte removió las hojas de aquellos personajes llevando sus páginas casi hasta el epílogo y arrastrando algunas hojas secas que terminaron ocultando la portada de una revista de modas que de ipso facto reclamó indignada aquel atropello.

 ¡No basta que me encuentre aprisionada entre estas sudorosas y malolientes revistas de deporte, sino también sufrir el escarnio de esta porquería de hojas secas que vienen a ensuciar mi fabulosa portada! Farfulló mirando con molestia a los libros que se encontraban en el asiento del banco, y remató. ¡Qué dirían mis amigas de Vogue o mi Editor y publicista si me viera en estas fachas!

Creo que no dirían nada, ya ni tan siquiera nos miran. Yo estoy debajo de todos Ustedes, ¡cuerda de aprovechadores mercantilistas! Dijo un bastante despaginado libro de Economía.

¡Oh! Mi querido Atlas de las ciencias económicas, llevas el peso que de alguna manera tú mismo has provocado. Le espetó "Filosofía" y como diría mi querido Immanuel, "el todo es más que la suma de sus partes" y creo que tú te llevas mucho de eso.

¡Más de lo mismo, más de lo mismo! Dijo Sport ilustrado. ¡Entrenen formen sus cuerpos, levanten el lomo y hagan brillar sus portadas desde el índice hasta la última página de publicidad y no pierdan el tiempo en tanta charla innecesaria!

¡Tu sigue pujando que es para lo que sirven esos músculos! Grito desde la esquina contraria del banco una muy reluciente "Forbes" olvidada allí hacia poco tiempo por algún desprendido transeúnte.

En todo caso, a todos por igual nos han lanzado a la hoguera del olvido, sin importar el destrozo que hacen de su propia civilización. Dijo un deprimido "Manual de Deontología" que se encontraba arrimado al costado de las revistas.

¡Habla alto que no te escucho! Grito con gran esfuerzo "Ética” aprisionada entre las ramas de un árbol que se encontraban bajo el Banco. Morimos en el placer de la vida que nos toca, sin darnos cuenta que nuestra importancia estriba en lo que damos, cómo lo damos y que tanto provecho se obtiene de ello, sin embargo, si desconozco la verdad sobre mí mismo no puedo esperar que mis acciones respecto al mundo que me rodea sean de gran ayuda.

Filosofía continuó. ¡En efecto mi querida Ética! Deduzco que lo que quieres decir es "Conócete a ti mismo y conocerás al mundo".

En cierta forma sí. Respondió Ética. No obstante, los individuos, incluyéndonos, debemos abogar por entender cómo queremos ser, o vivir con nosotros mismos de cara a los demás.

Eso tiene relación con la moralidad. Respondió el libro de política, tratando de salir de debajo del grupo de libros que servían de pata al banco...

Lo que hoy es tan solo un simple nombre femenino que se ha perdido entre las sombras de la deslealtad, indignidad, desapego, la ausencia de ley y la falta de fe... En pocas palabras una doble fachada según sean los intereses...

Gracias Sr. Diccionario Dijo Historia Universal. Usted es un gran académico.

Demasiado enumerativo para mi gusto exclamó Política. Bajo las miradas inquisitiva de Filosofía y de Ética.

La repetición de los hechos a través del tiempo es una declaración ignominiosa de una verdad; El hombre no ha entendido lo que le hemos contado en nuestras páginas y siguen cometiendo los mismos estúpidos errores a lo largo del tiempo.

¡Si! ¡Pero aún queda la vía de la redención, del perdón! Argumentó Teología. Si, sí. Dijo filosofía en un poco pretendido sentido del humor.

Así, iba pasando el tiempo, entre discusiones y críticas, cuando de golpe todo quedó a oscuras y una voz desde las alturas se escuchó decir. 

¡Basta de chácharas interminables y déjenme dormir! El problema esencial estimados sabios es que el hombre por más que ustedes deseen su perfección, no la logrará hasta entender su grandiosa sabiduría llevada a la práctica, del resto todo serán meras palabras que abonarán el egoísmo, las diferencias y la egolatría. Así que por favor por lo que queda de esta noche quédense en silencio.

El farol se estiró largamente en un largo bostezo, apagó su luz y se encorvó nuevamente para seguir durmiendo.

 

Elio Montiel

 


lunes, 22 de mayo de 2023

EL GABINETE DE LAS COSAS PERDIDAS

 A veces se nos ocurre mirar atrás y vemos con nostalgia aquellas cosas que hemos perdido a veces sin querer a veces por necesidad de olvido...

Guardamos todo en un gabinete de memorias, al que luego abrimos para ver esos pedazos de vida que han quedado atrás y nos damos cuenta que al pasar de los años hemos perdido un poco la vista, la fuerza en brazos y piernas, hemos perdido las llaves que abrían el corazón de otros o las gafas que hacían más brillante el arcoíris, guardamos también al niño que llevamos oculto ahora muy adentro o el juguete en el que nos convertimos por las circunstancia propias o de otros. Jajaja y como siempre digo no hay cosa más perdida que los libros prestados, por eso ahora los considero exclusivos objetos de regalo... o la dirección en nuestras vidas, esa olvidada tantas y tantas veces que ya es irrecuperable, los corazones rotos, la infancia desordenada con su equipaje de sueños ilusiones y fantasía. Nos damos cuenta de cuantas veces tuvimos que tomar decisiones, algunas malas, otras muy buenas y que mantienen vivos los sueños y que sin lugar a dudas nos hicieron ser un experimento de nosotros mismos... la vida!

Elio Montiel

miércoles, 8 de marzo de 2023

No importa cuantas veces te vayas.



No importa cuantas veces te vayas.
Cuantas veces tu imagen regrese fortuita a mi memoria.
Ni cuantas veces te alejes con la mirada,
Hacia esos parajes de tus pensamientos ocultos,
Tus dolores o tus penas.
No importa. ¡Menos!
Cuan lejos te encuentres, pues nunca ha importado
la distancia, solo la memoria que has dejado
inscrita en el alma de muchos, de pocos… de los suficientes
No importa, de verdad, cuantas veces te vayas
Porque siempre visitarás la vida…

A Celina.
Vuela alto hacia el Pico del Aguila!

miércoles, 4 de enero de 2023

MARÍA EUGENIA


 Se detenía a mirar el cielo como si fuera a contar todas las estrellas del firmamento, repiqueteando sobre sus brazos cruzados las notas de la clase de piano del día; como si fuera una cuenta infinita de sueños y no de estrellas. Se perdía entre estelas de memoria que diseñaban en su mente casi perdida, graciosos pasos de un baile al que nunca asistió y cuya música, interpretada en la soledad de sus pensamientos y palabras olvidadas, se perdía en la suntuosa caravana de luz que daba paso al amanecer.

A veces, en mis recorridos insomnes por el patio, la encontraba parada en su soliloquio silencioso. Con frecuencia me acercaba para intentar captar sus murmullos, sin embargo, solo notaba un movimiento de labios que besaban el viento, la mirada absorta al cielo y el continuo repiqueteo de sus dedos sobre los brazos, siempre cruzados, siempre abrazándose… siempre precisos.

Una mañana, al salir de la casa, la encontré caminando sola.  Esta vez, simplemente perecía buscar hojas y pequeñas flores por el camino, me puse a su lado y se volvió para reconocerme y decir - ¡Buenos días! Con una sonrisa triste siguió andando como si tan sólo hubiese visto una sombra, una triste hoja llevada por el viento, con esa mirada que parecía salir del entrecejo, taciturna, perdida en la observancia de un paisaje que sólo le era permitido a ella. Con a penas unos pequeños pasos y la mirada caída hacia el suelo; se regresó y dijo “La vida es como una fiesta en traje de etiqueta… no sabes que estás en ella hasta que termina de sonar la música. Fue entonces cuando me di cuenta, que aquellos pequeños pasos, fueron un intento de baile acompañando la melodía que sonaba en su cabeza.

Con el pasar del tiempo, observé que hacía lo mismo cada vez que a solas, salía a caminar por aquel pequeño mundo insondable de hojas secas y flores silvestres en el que parecía mimetizarse de recuerdos y soledades. Así, un día tras otro me acostumbré a la rutina de seguirla. Algunas veces cuando salía de casa, otras, tan sólo con la mirada. En algunas ocasiones me colocaba a su lado e intentaba conversar, pero solo obtenía de ella el reflejo de un profundo sentimiento de tristeza que dejaba de existir entre las flores y las hojas secas, el perfume que traía la brisa del mar y las noches estrelladas.

No tardó mi insistencia en lograr que sus palabras salieran en forma de largas historias alimentadas de un mundo interior que le acosaba; uno donde el amor se había esfumado con la leve brisa de una tarde y en el que lo seguía buscando; uno en el que se dilataban las horas en espera de la llegada… uno donde la vida que había nacido de ella se acunaba en otros brazos, los mismos que le hacían invisible y la convertían en un espejismo en el desierto de su permanente soledad.

- María Eugenia. Dijo una vez como quien cuenta un secreto. Sonrió y su mirada en apariencia tímida, regresó a las profundidades del abismo en el que vivía rodeada de flores y hojas secas.

Llegó un día en que salí de aquellos parajes para no volver en un largo tiempo. Cuentan que, durante mi ausencia, María Eugenia empezó a borrar sus memorias, ya nunca más tocó el piano y dejo de frecuentar el patio en las noches estrelladas. Ahora pienso con tristeza que quizás la música también dejó de sonar en su cabeza y que ya no habría nadie que mencionara su nombre para impedir que se hiciera invisible.

Quizás también haya borrado su nombre para desaparecer en medio de un torbellino de flores silvestres y hojas secas.

 

Elio Montiel

Serie de cuentos cortos