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Equo N°3. Ilustración digital. Elio Montiel 2020 |
Pasaron las horas, pero
nada, permaneció mudo durante la mañana, la tarde y finalmente llegó la noche y
esta vez podía decir que mi día había transcurrido insospechadamente tranquilo.
Me fui a la cama con
algunas cosas para revisar, entre las que encontré un texto que hacía días
quería corregir, en ese momento llegó a mi memoria la vez que una hermana me
sugirió escribir sobre “el oficio del escritor”.
Comencé por la
ortografía, no sé si es una singularidad mía, pero suelo escribir en tropel,
sin hacer caso de como van saliendo las palabras, a veces estoy escribiendo y
suelo hacer notas al margen (escribo primero en papel) que seguramente serán de
otra idea o escrito futuro, por eso de que creo que mi cerebro trabaja en
múltiples dimensiones… ¿o direcciones?
En fin, comencé con la
ortografía. Pasado un rato, ya había concluido esa parte por lo que seguí con
el segundo paso: Simplificación de frases, oraciones y economía del lenguaje
sin que lo escrito pierda el sentido que quiero darle.
El tercer paso: revisar
puntuación, no es que sea muy bueno en eso, pero lo que si está claro es que me
gusta hacerlo de forma que parezca que estoy hablando con quien me lee, que
sienta que estoy allí hablándole a la cara, con mis pausas e imprecisiones, mis
miradas esquivas o directas o como cuando digo las cosas en carretilla por un
camino empedrado.
Me detuve brevemente en
ese específico momento y tomé un respiro…
Al retomar mi análisis,
me di cuenta que se me olvidaba poner el punto sobre la “I”, literalmente
(recuerden que primero hago un manuscrito). Así que me dije: “Pongamos los
puntos sobre la Íes”.
En una segunda pasada,
revisé que no se repitiera en las “T” a las cuales se me olvida ponerles el
palito desde mi época de primaria, en eso, ni el Padre Fermín logró con su
cordón Franciscano hacerme corregir, por lo que decidí darme un regaño oficial
y remarqué con un creyón rojo tanto los puntos de la “I” como los palitos de la
“T”.
Al final de aquel regaño,
entre puntos y palitos me quedé observando detenidamente…
Aquellas marcas al “azar”
hicieron que estallara en una sonora carcajada que me dejó casi sin aliento.
Debí taparme la boca temiendo que mis vecinos escucharan tal escándalo. El mapa
de puntos y rayas me hizo la noche y me mando feliz a dormir con su mensaje
encubierto.
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Que descansen…
Elio Montiel
Para Píldoras para dormir
conmigo mismo
Agosto 2020
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