“Debemos
considerar a la Humanidad como un cuerpo único
y a cada nación como un órgano del mismo”
Mustafa Kemal Ataturk
Ex Presidente Turko
El árbol de la vida |
Soy de los que cree
firmemente en el hecho indiscutible que todo, absolutamente todo está
vinculado, conectado, asociado, empalmado, en fin comunicado de alguna manera.
No se necesitan largas horas de reflexión para entender que cualquier acción
individual puede afectar irremediablemente a otras individualidades o
colectivos, reitero que soy un firme creyente de tal aseveración, para mí, algo
no puede existir sin la existencia de otro o de otros; somos, como seres
vivientes, un lenguaje inteligente que tiene sentido solamente cuando es
coherente en sus expresiones.
La tragedia que vive la
humanidad, que percibimos día a día porque es una bofetada en la cara de todo
ser mínimamente consciente, tiene sus raíces en un solo factor… el factor
humano (humano de especie, no de valor, para evitar confusiones).
Cierto día encontré a
un amigo con el que usualmente tomaba café en un local comercial cercano al
trabajo. Su rostro reflejaba cierta consternación, por lo que sin titubear le
pregunté si le sucedía algo a él o a su familia. Me respondió que todo estaba
bien pero que se sentía mal al ver en las noticias como indiscriminadamente
asesinaban a personas en la guerra en el Medio Oriente, los desplazados, el
hambre, el conflicto entre las tribus africanas y un corolario de noticias mas,
datos y vuelve con el “dale que te pego” de los niños abandonados, la
inseguridad de un ataque nuclear por Corea del Norte…
Mientras, mi mirada se
dirigía hacia la acera del frente, donde una anciana intentaba cruzar la calle,
más atrás una mujer indigente con dos
niños a su vera estaba sentada en el piso pidiendo dinero, un joven adolescente
hacía lo suyo para intentar robar a un hombre que se encontraba distraído hablando
por su celular. Dos personas más, a unos metros exponían airadamente sus
opiniones partidistas. En medio de la calle dos agentes de seguridad le “pedían”
dinero a un chofer que se había cruzado la luz roja. En la esquina de la misma
acera un individuo de movilidad restringida trataba de bajar la acera en su
silla de ruedas. Todas estas acciones puntuales en medio de un tránsito
bochornoso y una cantidad ingente de personas que caminaban en dirección a no
sé dónde… Rostros amarillos, rojos, verdes, grises… consternados y al fondo
podía seguir escuchando a aquel amigo dándome su triste discurso de la
actualidad mundial donde todo parecía estar ocurriendo.
Le dije: ¿Sabes que
detrás de toda esa tragedia hay más dinero e inversión de la que puede existir
en todos los bancos del mundo? Mi amigo se quedó callado a medio terminar una
frase. La verdad de todo eso es que si no somos capaces de ver nuestra tragedia
en primer lugar y decidirnos a corregirla, no podremos jamás ver con claridad
la tragedia de otros. Si la humanidad entendiera que somos un todo y que cada
parte de ese todo debe ser considerado y protegido, ¿no crees que deberíamos
preocuparnos primero por la parte que nos toca?
Desde entonces no he
visto a mi amigo, pero sé por su silencio que debe estar haciendo algo mejor.
Que descansen
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