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Origami II Version 2
Ilustración - Elio Montiel Emon |
Ya eran pasadas la una de
la tarde del último día del año, cuando mi teléfono sonó repetidas veces. Tarde
en contestar pues tenía las manos recién lavadas y buscaba secarlas para
atender; había estado haciendo algunas cosas de último momento en casa. Tomé el
teléfono y luego de saludarnos, la voz del otro lado me agradeció las veces que
le había apoyado emocionalmente en distintas oportunidades durante el año. Le
dejé hablar y finalmente le detuve diciendo que de alguna manera ambos, nos
habíamos apoyado con nuestras conversaciones; que habíamos sido como dos lijas suavizando
mutuamente sus superficies y que de eso no podía salir otra cosa que no fuera
un aprendizaje. Además, el verdadero regalo detrás de eso, era haber estado
allí en el momento justo, agradecerlo y esperar a que cada día pudiésemos
encontrar con quien hacernos cada vez mejores.
Entre sus deseos, me
explicaba, que quería para mí todo lo bueno, que mi vida estuviera siempre
llena de felicidad para que se alejara el sufrimiento y pudiera tener una existencia
cálida en la que pudiera seguir compartiendo con todos mis seres queridos…
Le conté que días antes
había realizado un curso de “Origami” y había olvidado mis lentes en casa. La
instructora era una persona de la embajada de Japón, muy amable y delicada en
sus movimientos al ejecutar los pliegues que iba enseñando a los participantes.
En el ir y venir de pliegues y explicaciones cada uno de los participantes
(incluyéndome a mi casi ciego), iba creando hermosas figuras que jamás hubiesen
imaginado poder hacer, y lo más fascinante fue entender que al igual que la
vida, la belleza que encerraba cada acción era el resultado de oponer un
pliegue al otro, vencer la resistencia en el papel para finalmente formar una unidad
en equilibrio con las que se puede construir algo no sólo hermoso, sino sólido y
perdurable en el tiempo.
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Origami II Version 1 Ilustración - Elio Montiel Emon |
Reflexioné entonces, que
la vida era una larga lista de acciones, de pliegues que se oponen, se resisten
o doblegan, pero que al final se fortalecen haciéndonos mejores individuos.
También aprendí, que en el sosiego y la tranquilidad de nuestros pensamientos somos
capaces de abordar cada circunstancia de la vida en la debida proporción; que
antes de dejarnos arrastrar por nuestras debilidades, fortalezas o miedos,
deberíamos siempre disponernos a escuchar y sentir lo que nuestro corazón nos
dicta.
Al final de la
conversación me despedí deseándole que, en el nuevo año, indistintamente de los
dobleces que le presentara la vida, construyera una hermosa pieza de origami.
Elio Montiel
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