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martes, 23 de julio de 2019

Un Cuento antes de ir a la cama

Dedicado a Jessica Kurz y 
Roraima Ron Coffil, Quienes adornan
con sus conversaciones 
las noches oscuras

La Calle “Santa Marta” estaba extrañamente iluminada por los faroles amarillos en los que se habían convertido las ventanas de las casas y pequeños edificios donde hacían sus vidas los vecinos; que ahora caminaban con velas encendidas por las habitaciones .
         El apagón de ese día comenzó pasadas las cinco de la tarde. Todo quedó paralizado a excepción de las tristes luces de las velas que deambulaban de un lado para otro, como sigilosas almas proscritas en medio de la penumbra que anunciaba pronta la oscuridad de la noche.
         Algunos dijeron esperanzados: ¡No durará mucho! Otros preguntaron: ¿Durará mucho? Y otros tantos simplemente callaron para recordar donde estaban las velas, las linternas de las fiestas pasadas o los mecheros de aceite, que del apagón anterior quedaron a la espera de ser encendidos.
         En lo alto de la colina, muy al final de la cuesta, un rústica casa empobrecida, resplandecía con blancos y enormes destellos que parecían elevarla sobre un caudal de luz brillante… etéreo.
         Muchos se detuvieron y exclamaron: ¡Oh! ¡Aún tienen electricidad y nosotros no! Algunos preguntaron: ¿Aun tienen electricidad y nosotros no? Otros simplemente se sentaron a contemplar la luna emergiendo detrás de la colina por encima de la casa, y esperaron tranquilos para ver las estrellas.
         Narré esta historia a un amigo que llamó a mi teléfono, casi a mi siempre tardía
hora de ir a dormir.
         Al final, escuche su respiración pausada a través de la línea y le dije: “Siempre serás Tú quien decida como observar la vida; si como breves o desesperadas candilejas en la noche, o como un maravilloso cielo estrellado a la luz de la luna…”
Me despedí deseándole un sueño reparador y tranquilo.

Elio Montiel
Para Píldoras para vivir conmigo mismo

Ilustraciones EMON

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