...Y Pedro murió diferente
Si, y muchos hablaron de su
fidelidad… Asintió convencido uno de los tertulianos.
Y Pedro murió diferente
Si, y muchos hablaron de su
fidelidad… Asintió convencido uno de los tertulianos.
“El hombre se llena de símbolos
con quien sabe que intenciones”… Murmuró el viejo a un costado del mirador,
quien hasta el momento había simulado estar absorto con las delicias del paisaje
Vaticano.
Debe haber sido muy doloroso aceptar
la culpa. Comentó uno de los interlocutores que parecían saber mucho acerca de
la historia bíblica.
¡Claro! Por eso se cuenta que
pidió ser crucificado al revés.
“Jugadas secretas de los historiadores”…
musito en medio de una picara sonrisa silbona el anciano.
Aquellos dos hombres observaron
con detenimiento al viejo y rechazaron sus murmullos con aire de desprecio a
sus comentarios.
“Ninguna piedra es tan solida” a
veces hasta la endeble hoja de un cuchillo rompe la roca”. Recitó con suavidad
oratoria el anciano que hacía amago de retirarse lleno de aires de victoria.
Uno de los hombres preguntó ¿Es acaso
Usted ateo?
No, no amigo. Sería reconocer que
lo otro existe. A mis años vemos las cosas mas claras, tememos menos a la
incertidumbre y confiamos más en nuestros ojos miopes
¿Crítico no? Dijo el otro
tertuliante.
No, no, no, Señor… Mi nombre es
Pedro.
Elio Montiel.
Píldoras para dormir conmigo
mismo- Serie de cuentos cortos
Agosto 2021.
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