A lo largo de los años he
tenido la buena fortuna de aun sin ser padre, he sido llamado como tal, he
querido, amado y celado como padre, pero desde la distancia que amerita saber
que no lo soy. La confianza que algunos han depositado en mí junto con su
afecto, he debido resguardarla del celo, la incomprensión y el equilibrio
afectuoso que en medio de las diferencias y circunstancias no ha sido
fácil.
Mi vida ha estado marcada
por el afecto de lo que suelo llamar mi familia extensa, mis amigos, que con el
tiempo, aun cuando contrariados por las diferencias de ideas, criterios o
puntos de vista en millones y millones de aspectos, siguen ocupando su espacio en
mi vida, siendo importantes, comprensivos y comprendidos.
Siempre han habido los “momentos
críticos”, cuando a manera de consuelo han buscado el apoyo que consideran
puedo darles y he razonado con ellos tratando de establecer la mejor dirección
para sus inquietudes y malestares, sin aprobar o desaprobar lo que sus padres
han dicho. ¡Seguro! que en muchos
momentos me he mordido la lengua para no decir algo impropio y que de alguna
manera ponga en entredicho la opinión de quienes ocupan la maravillosa
responsabilidad de ser padres. Ha sido difícil, después de todos soy de los que
cree, que el afecto existe para ser profundo y a veces eso nos hace errar con
facilidad.
Los Venezolanos hemos
crecido bajo la figura paternal y responsable de un gran ilustre, una estrella
en el firmamento democrático que edificó nuestro país sobre la base de
principios y valores que conservan su vigencia en esta contemporaneidad
agobiante, donde la sobre posición de
intereses individuales parece ¡pero solo parece! mermar la valía de sus ideas y
pensamientos.
Hablo del Bolívar Padre, del
Bolívar angustiado por su deseo de paz para nuestro pueblo, angustiado por la
naturaleza humana que siempre conoció íntimamente en cada lucha, en cada
batalla que emprendió para defender con justicia a nuestra patria. Su idea de
unión ganó muchos adeptos y detractores, pero su constancia y su ideal
americano, permitieron que trascendiera cada obstáculo y los laureles de la
victoria rodearan su cabeza… es así como nos enseñaron que era nuestro padre,
el Bolívar hombre que nos enseñó que cada pueblo sería libre a su manera y
disfrutaría de su soberanía, según la voluntad de su conciencia y que la
libertad absoluta era lo opuesto al poder absoluto y que el punto medio entre
estos dos extremos era la absoluta libertad social.
Así me habló la historia del
Padre de mi Nación…
Hoy cuando enfrentamos la
epidémica enfermedad de la desunión entre hermanos, he sentido pena por mi
Padre, el Padre de mi Patria, cuya paternidad usurpada por el delirio personalista
y traidor, de una absoluta incomprensión de su voluntad, de sus ideales, su
obra y sus pensamientos; celebran figurines de una nueva historia que quieren
imprimir en las células del pueblo con la herramienta impune de la ignorancia y
la pobreza como una nueva paternidad que se jacta de dar todo por el pueblo.
Yo, junto a otros hermanos
que crecimos bajo tu egida pondremos la vida porque tu pensamiento inunde el
corazón de todos y cada uno de tus hijos, sin preferencias, ni desuniones,
porque Tú nos dejaste el legado de la hermandad… …de ser Venezolanos.
Feliz noche para todos…
Hasta el final!
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