A José Gregorio
“¿La vida misma, dijo Sócrates,
no tiene también su contrario
como la vigilia el
sueño?
Sin duda, respondió
Cebes.
¿Y cuál es el contrario?
La Muerte.
No nacen estas cosas la
una de la otra…”
Fedón, o de la inmortalidad
del Alma
Platón. Diálogos
…¿Te
parece si nos tomamos un café en la tarde? Preguntó mi interlocutor por la
línea telefónica…
Apoyar
a otros es lo que podemos llamar la posibilidad de establecer un vínculo con el
cual crecer o como diría un amigo “iluminar
el camino de otro es iluminar nuestro propio camino”
Sólo
mediante el contacto humano nos hacemos humanos, no es algo que se produce con
la individualidad, pues somos el referente de “alguien” para ser “alguien” y
viceversa, regla que aplica en todos los roles que asumimos a lo largo de la
vida.
Somos
Padres para nuestros hijos porque son ellos los que nos hacen ser Padres,
también amantes, esposos o esposas hermanos o hermanas, empleados o jefes. La
existencia de ese “otro” confirma la propia existencia, el ser en
correspondencia; una dinámica que no deja de producirse una y otra vez con la exacta
medida, la que corresponde.
Al
separarnos de cada rol, nos separamos también de las implicaciones de éste, aun
cuando la “sustancia”, el potencial de ese rol se mantiene latente para
activarse según las necesidades. En ese “vacío” entre un rol y otro, podemos
nutrir con la experiencia, la llama de nuestra entidad, de quien somos, y de
crecer; ocuparnos positivamente de nuestra vida, hacer incluso lo que podríamos
llamar una especie de “reingeniería emocional” con la cual fortalecernos en
nuestras actitudes y aptitudes; escribir la partitura de nuestra identidad,
nuestra humanidad con las notas adecuadas y la armonía que embellece nuestros
propósitos y que cala profundamente en cada rol que interpretamos.
Tal
condición asegura que nuestras acciones serán coherentes con el propósito
principal que no es otra que vivir una vida buena, llena de aliados que
encajan, porque eres la pieza faltante que encaja en sus vidas, de la misma
forma en que ellos lo son para ti, en otras palabras, cumples tu rol, haces la
función necesaria, en el momento oportuno, gracias a ese “vacío” en el que
fortaleciste tus opciones y decisiones.
Mi
amigo aprovechó la pausa para decirme. Se enfría tu café…
Permanecimos
en silencio mientras yo sorbía el café ya tibio ¡como me gusta! Mi amigo me
observaba pensativo.
Tomé
el último sorbo de café y le dije finalmente. Hay roles que terminan sin
menoscabo de quedar latentes como experiencia para toda la vida, a veces nos
alegra dejarlos, a veces no, lo importante de todo esto es que en ese “vacío”
del que te hablaba, aproveches seguir creciendo y dar lo mejor de ti en cada
paso.
Nos
despedimos ese día como lo que éramos, amigo, el uno del otro, cumpliendo
nuestros roles. Con el tiempo supe que se había divorciado y estaba enfocado en
vivir una vida buena… creciendo a partir de sus decisiones…
Que descansen
Elio
Montiel C.
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