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miércoles, 3 de febrero de 2021

R.I.P.

 

A veces creo que necesito un corazón recargable. 
Emon. Tinta sobre papel. 2020 A.P.



La ciudad estaba desolada, enmudecida. Los últimos sobrevivientes vagaban perdidos entre los escombros. Ambientes enrarecidos, silenciosos, oscuros, no vibraba el "amarus" de otros tiempos.

En otros sectores, algunos despiadados corrían arrancando las cabezas de los transeúntes, que a penas podían darse cuenta del trágico final que les aguardaba... ellos, absurdas momias readaptadas. Así caían los cuerpos al suelo, más enmudecidos... más silenciosos. Los sótanos de estacionamiento eran los lugares "crack" de los afortunados que traficaban con la "mercamot"; lo único que podía palear momentáneamente la languidez de los individuos y las circunstancias, el silencio, el vacío... los grises.
Solo podían adquirirse uno o dos, sin la garantía de uso. Como siempre el mercado negro hacia de las suyas. El tráfico de Mercamot había hecho millonarios, mil millonarios a muchos gánsteres del pensamiento lógico y la filosofía, una nueva casta que resurgió de las cenizas de los últimos tiempos después de la devastacion; a los que no les importó más si dejaban atrás huestes de desesperados consumidores.
Era la era del pensamiento...
Habían muerto los emoticones.

Elio Montiel
Serie Cuentos cortos

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