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domingo, 21 de junio de 2020

Una visita siempre inesperada

A Tía Carmen (1918 - 2020)

Groovy Momo II
Por Elio Montiel
A las tres de la tarde tocaron a mi puerta con un repiqueteo tipo contraseña que más que intrigarme, me resulto gracioso. Cada cierto tiempo recibo la visita (y bien cada cierto tiempo) de mi amigo Momo quien aparece a su aire y sin aviso, debo incluir que, sin protesto de mi parte, ya que Momo es de esas amistades accidentales que terminas por aceptarlas con todas sus “caquienás” como decía Padre. 

Ciertamente, sus apariciones siempre están relacionadas a su estado de ánimo, que suele ser, dentro de mi experiencia personal… un tanto complejas. 

Con su silencio característico se apoltronó en abierto desenfado sobre el sofá y me miró fijamente como si Yo tuviera la culpa de algo. Rompió el silencio y me pidió un poco de café. Cuando me vio alejar en dirección de la cocina preguntó. ¿Por qué a la gente le interesa tanto saber que sigue después de la muerte? Elevé la mirada al cielo, buscando respuestas en el techo o una salida oculta, cualquiera de las dos me viene bien cuando Momo pregunta. 

De regreso al salón, volví a sentir su mirada de “Eres culpable”. Le serví el café y me serví uno para mí. Rasqué mi cabeza y él la suya. ¿A que viene esa pregunta? Dije a sabiendas de que obtendría cualquier respuesta. 

Venía para acá en el transporte público y escuché a una señora decir que su padre la estaría esperando para recibirla. ¿Y que tendría eso de raro? Pregunté. Momo puso cara de “esssssste idiota” ¡La señora tendría como novecientos años! Espetó… Típico de Momo esas respuestas sarcásticas. 

Adoro tu mordacidad, pero tienes que aprender a preguntar. Le dije. Se acomodo mas a gusto en el sofá cruzo las piernas en modo “Estoy esperando”. 

Para serte franco… Pensé muy bien lo que quería decir antes de continuar. La verdad es que no me gusta especular; cada quien puede opinar respecto al tema ¡y seguramente tendrá razón! pero no dejará de ser una mera especulación, tiene validez en base a las creencias de cada quien. 

O sea que lo del túnel… Interrumpió Momo. 

Supongo que debe existir para quienes creen en el túnel. Dije con calma. 

Una vez escuche decir a mi Padre “Si cortas un pedazo de cuerda ¿A dónde va esa pequeñísima parte que la unía?” Una pregunta difícil de responder dijo Papá en esa oportunidad. Con el tiempo entendí que la respuesta está sujeta a cómo percibe cada quien el objeto. Es decir, la cuerda, el cuchillo o tijera e incluso la mano de la persona, de esa forma se hará más fácil entender el contexto… y así, es con todo lo demás. Un niño no conoce la impunidad hasta que aprende que es el castigo o la culpa. Tampoco la justicia sin conocer la injusticia o la equidad. 

Como los niños, no sabemos muchas cosas, sin embargo, la racionalidad nos tienta permanentemente a configurar aquello que desconocemos y transformarlo en entendimiento. 

Por eso es, Momo, que cada día lucho por simplificar mis ideas, aunque tu las creas complejas. Me he
Momo 01
Elio Montiel
esforzado tanto por entender el mundo que me enseñaron que me ha generado mucha rebeldía interior, a la que a veces llamo contracultura. Es mucha resistencia oprimiendo mi corazón, pero también me ha enseñado a “soltar” y así se libera la opresión en mi pecho, con la simpleza. 

Se quedó observándome durante un rato y sin mediar palabras, se levantó del sofá, se dio media vuelta y se fue como casi siempre lo hace. En silencio. 





Elio Montiel 

para Píldoras para dormir conmigo mismo

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