A mis dos Padres…
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Le passager de pluie con Momo II Elio Montiel |
Una llamada a mi teléfono
me alcanzó justo cuando levantaba las sábanas para acostarme. Una voz apagada
me comunicó el fallecimiento de la madre de un amigo. A decir verdad, no le
conocía mas que por su sazón, debido a la costumbre que tenía de compartir la comida
con mi amigo a la hora del almuerzo en el trabajo. Me despedí de mi
interlocutor, quien estaba verdaderamente apesadumbrado y poco a poco fui
alejándome de la cama y acercándome a la ventana de mi cuarto desde donde pude
ver un maravilloso cielo estrellado.
Los ojos de mi sobrino me
observaban como si quisiera atraparme en una hipnótica fotografía mental,
mientras intentaba torpemente explicarle qué era la química, para una tarea
de la escuela. Yo no paraba de hablar de organismos, plantas, átomos, moléculas
y todo lo que se me venía a la cabeza tratando de recordar las clases de Química
que mi querido Profesor Medina del bachillerato, se esforzaba en explicar a un
grupo de estudiantes que a la hora de su clase solo pensaban en qué habría de
comer en casa para el almuerzo
En fin… “la tabla periódica
contiene todos los elementos de los que están hechas las cosas… aluminio,
plata, sodio, plomo, magnesio bla, bla, bla, entre muchos otros …” y enfaticé
para cerrar el tema que "...de esos simbolitos que aparecen en esa famosa tabla están
hechas todas las cosas que podemos observar en el día a día, e incluso algunas
de ellas se combinan para transformarse en otras con diferentes características”.
Dije.
Recordé aquella clase del
Profesor Medina en la que dijo “En el universo, la materia no se destruye, solo
se transforma” y decidí que era una excelente manera de darle el
desesperadamente ansiado punto final a la conversación.
De pronto, mi sobrino con
cara de preocupación, rompió su silencio y preguntó: ¿Las personas también se
transforman? Le dije sí, mientras intentaba colocarle el pijama
apresuradamente. Al asomar su cara por el cuello de la franela como si fuera
una burbuja de jabón ya tenía la siguiente pregunta en los labios. ¿Cuándo uno
se muere… se transforma?
Ante tamaña pregunta de
asociación, no me quedo otra salida que responderle afirmativamente y tragar
grueso. Sus ojos se abrieron y yo vi símbolos de interrogación brillando en
ellos. ¿Quiere decir, que mi abuelito se
transformó?
Pues sí… Sentí que le
había resuelto a mi pequeño sobrino una gran preocupación. Si, tu abuelito se
transformó porque el estaba hecho de los mismos elementos de lo que están
hechas las cosas que vemos día tras día y podría decirse que está en todas
partes. En tu pijama abrazándote, en tus juguetes preferidos, en Mami y Papi… ¡hasta
en las estrellas!
Si, y en mí…
Simplemente cuando lo recordamos,
actuamos o hacemos cosas como el las hubiese hecho podemos darnos cuenta de que
el siempre está allí… Ahora bien, ¡Hora de dormir! Mañana será otro día.
A veces no entendemos la
muerte como una transición, como un descanso renovador, pero lo que si está
claro para mi ahora mismo, aquí, en este preciso instante… es que puedo
contemplar las estrellas…
Que descansen
Elio Montiel
Para Píldoras para dormir
conmigo mismo.
Abril 2020
Simplemente genial...
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