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Portal I Composición Digital por: Elio Montiel |
A diferencia de otros días no sonó mi teléfono, sonó lo que podría llamar un tímido toque a la puerta de mi casa. Extrañado por la hora, me acerqué al visor de la puerta y pude ver a una de mis vecinas a la espera de que abriera la puerta.
Abrí la puerta con fingida sorpresa y la saludé cordialmente. A los pocos minutos estaba calentando agua para hacer una infusión de manzanilla y tener una conversación relajada con la vecina, quien al parecer había tenido un día pesado. ¡Estoy cansada! Exclamo con cierta expresión de angustia. ¡Toda la semana preparando la presentación para un trabajo de la oficina! ¿Y para qué? Para que mi jefe ni siquiera se molestara en revisarla, eso me descompuso el día, y no he hecho otra cosa que molestarme con todo a mi alrededor y eso me molesta aún más porque nadie…
Una vez que comenzó a tomarse la infusión de manzanilla, asumí que era mi turno de hablar y empecé a narrarle una historia.
Tiempos atrás, un Embajador se desplazó por orden de su Rey a los predios del campamento enemigo para exigir la retirada de las tropas. El honorable Embajador atravesó el campo de batalla portando una bandera blanca como símbolo de tregua. Pasaron varias horas y el Embajador no regresaba, lo que inquietaba al Rey que veía pasar el tiempo sin una respuesta. Finalmente dio la orden de preparar las tropas para el ataque ante el temor de una respuesta fallida. Cuando la caballería se formó en línea frente al campo enemigo, vieron regresar a toda velocidad el corcel que horas antes montara el Embajador. El Rey observó con tranquilidad el regreso del caballo sin su Jinete y ordenó lo detuvieran. En la alforja llevaba la respuesta del ejercito enemigo, la cabeza del Embajador. El Rey levantó la mano y dijo casi de forma inaudible. Cumplió su Misión…
Mi vecina un poco confundida colocó la taza sobre la mesa de apoyo y se me quedó viendo como si
esperara más de aquella historia. Sorbí un poco más de manzanilla y le dije: Todo lo que has hecho durante estos días, se llama misión, una vez la cumples ya no debe importar el dolor o la inconformidad, ni siquiera la fatiga, esos son simples apegos que nos anclan en el malestar y la incomodidad, entonces, ¿De qué sirven? Es mejor abrazar nuestra luz y nuestra oscuridad y apreciar lo verdaderamente valioso y no permitir que nuestro corcel atraviese el campo de batalla con nuestra cabeza en la alforja.
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A ciegas Ilustración Digital por Elio Montiel |
- ¿Qué tal la manzanilla?
- Ha sido una manzanilla muy tranquilizadora. Respondió. Creo que me iré a casa un poco más relajada.
- Me alegro. Respondí
Cerré la puerta detrás de ella y me tomé lo que quedaba de mi taza de infusión. Recogí la mesa y apagué las luces.
- Que tengan un Buen sueño.
Elio Montiel
Para Píldoras para dormir conmigo mismo
Mayo 2020
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