No mires a los ojos del mañana sin contemplar de qué
lado de la cama duerme tu pasado. El pasado es ese amante al que tu presente
obedece y que te permite, mientras aparenta estar dormido que cocines tu mañana.
Hace unos días atrás
conversaba con una amiga sobre toda la trama tejida en torno al tema del feminismo,
sus implicaciones políticas, sociales, económicas, morales, éticas,
humanísticas, la doble jornada (que creo que es parte de la evolución nominal del
rol de la mujer en la sociedad). Me
confesé feminista en algún punto de la conversación, en ese donde consideramos
en que no era un asunto de derechos, sino de la forma en cómo las sociedades
han respondido a sus necesidades evolutivas y donde los roles del hombre y de
la mujer coincidían en un objetivo común de la subsistencia. Tenemos una cultura que se apodera de todo a nuestro alrededor y esta signada por viejas y nuevas necesidades de la sociedad y es claro que toda problemática siempre encontrará su redimensión en ella. También
coincidimos en el hecho de que el estado actual del tema de género respondía
indiscutiblemente a la interpretación (generalmente impregnado de algún
criterio, pensamiento, interés o sentido) de los roles.
Humanistas al fin,
terminamos coincidiendo en que era un asunto de respeto, de dignidad e interés
por resolver los problemas humanos (que siempre está salpicado de de una dosis de política disfrazada de acción
en pro de…).
Luego de un sorbo de
café encendí un cigarrillo y le pregunté si conocía de algún caso en el cual no
fuese víctima de agresión la mujer, sino el hombre y respondió. ¡Muchos! O sea,
dije: ¿Puedo sospechar que la misma estructura que opresiona a la mujer es la
que esconde la opresión hacia hombre? Si. Respondió. Y en torno a ese tema no
existen registros, ni estadísticas o divulgación, a menos que sea uno de esos
casos como el de la mujer que cortó los genitales del esposo y luego lo quemó
mientras yacía en la cama del hospital donde le habían restaurado su virilidad,
que volvió a cercenar.
No sospechaba de ese
equilibrio. La naturaleza humana, una vez que despierta sus más primitivos
instintos es capaz de cualquier cosa.
El hombre siempre lleva
el mayor peso. Dije esperando que surgiera su crítica sobre la liviandad
masculina ante la problemática de la mujer en la sociedad actual, pero, me dijo: Quiero creer que asuntos como ese
tienen solución en la construcción de puentes y no paredes, en el
fortalecimientos de los valores humanos, en la adecuación de los esquemas
sociales que invisibilizan la fortaleza de la mujer en la construcción del mundo que conocemos, en el que vivimos y
compartimos sus miserias, pero por sobre todo eso que las mujeres lo comprendan
profundamente y actúen en consecuencia. Se inclino hacia mi y tomo mi mano
diciendo: Creo firmemente que hemos
hecho un gran trabajo en borrador para corregir…
Ese efímero instante se
desvaneció ante mi para recordarme que debo “cocinar” ...un mejor mañana…
Que descansen
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