A la salida del
tren en la estación del metro, las personas que esperaban del lado afuera se
agolparon a entrar impidiendo el paso a quienes intentaban salir.
En ese momento articulé
tímidamente ante la tropelía - ¿Por qué no dejan salir a la gente primero?...
Pocos
minutos después, comencé a escribir lo que pienso a veces son mis tímidas
reflexiones sobre una cotidianidad que a veces me resulta incomoda y violenta..
Sin embargo aquellas palabras que pronuncié me hicieron resonar en la cabeza,
otras palabras como: irrespeto, desigualdad, desprecio, civismo, en medio de la
búsqueda de respuestas a mis por qué, que no cesan de acorralarme en mis pensamientos.
La
razón de toda esta diatriba obedece a que en mi percepción íntima e inmediata
de lo sucedido en el tren, simplemente me abordó el sentimiento de haber
entendido al otro como infra humano, o es mejor decir, menos que otros, menos
que yo, práctica cada vez más común en la sociedad actual donde todo parece regirse
por el poder, la condición o el estatus de algunos individuos; todo eso porque
a mi juicio del momento, tal falta de civismo no era otra cosa que una conducta
primaria, salvaje y animal… fuera de la norma en un mundo totalmente normado y
en el que quizás me gusta creer.
Llegar
a ver estos asuntos con claridad nos permite llamarnos la atención respecto a
la forma en que somos capaces de identificarnos con el otro o en otras
palabras: Como te veo, me ves.
No
es simplemente un asunto de querer ser un individuo pro social se trata más bien de ser un individuo pro humano y por
qué no decirlo, de un apropiado auto concepto y auto respeto. Es decir que
cuando soy capaz de respetarme y formar un concepto de mi mismo como quizás no
lo puedo esperar de alguien más, también soy capaz de poder ver en el otro sus
cualidades más positivas y que coinciden en armonía con las mías.
¿Es
simplemente cambiar lo que creo de mi mismo? No, ¡la realidad no es una cosa
que nombras y ya! Es decir, no porque te mires al espejo y digas que no tienes
la nariz grande, todos van a pensar lo mismo; algo así como el síndrome de “El
traje del Emperador”
Creer
en uno mismo, en lo que se es, implica saber que soy un individuo de cambios y
que tengo la capacidad única y exclusiva de construir mis propios cambios, la
forma en que me veo, o de respetarme, mi auto concepto y la forma en cómo
construyo mis relaciones con los demás y todo lo que me rodea de manera inequívoca.
Tal
es el trabajo que debo realizar, es el “despertar” a una visión distinta y
abarcadora que toca de manera indefectible todo cuanto me rodea. ¡No es
sencillo! ¡Roma no se hizo en un día! Pero se hizo, y dejo grandes huellas en la historia de la
humanidad y aunque eso pueda parecerte colosal, piensa que tu también puedes
dejar huellas en la humanidad.
Creo
firmemente que no hemos llegado a este punto de la evolución para ser
simplemente individuos que se disputan la salida o entrada del tren en el
sistema de metro de cualquier parte del mundo o de cualquier otra cosa que
ponga en duda y reduzca nuestra humanidad a simples cenizas de irrespeto y
menosprecio. Creo que seguimos siendo de la misma estirpe de quienes dejan
huellas colosales e indelebles en la historia de la humanidad.
Por
eso mañana cuando te mires al espejo decide ser la mejor persona que puedas ser,
seguramente el tren abrirá sus puertas en el momento en que empieza para ti un
nuevo día.
Que
descansen.
Elio
Montiel
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