A Yuki...
Hace tiempo llegó a mi casa una joven japonesa, que con el
tiempo se convirtió para mí, en algo muy parecido a una hija.
Todo comenzó como una relación de profesor a estudiante, luego,
tomó el camino hacia una especie de Tutor protector y paciente, y en medio de
esa relación nacieron afectos más profundos con los que las tutorías se
convirtieron en consejas, en más paciencia, en preocupación por su seguridad,
en compartir sus tristezas y dudas tanto como sus éxitos y alegrías, también en
un orgullo que poco a poco entendí como paternal.
En ese proceso fueron muchas las historias que se cruzaron en
nuestras conversaciones, varias de ellas relacionadas a su cultura y a la
manera de pensar en Japón.
Cierta vez, le pregunté sobre su manera de hacer el arroz y
el por qué de su importancia en la alimentación tradicional de su cultura.
Fueron tantas las anécdotas, cuentos y tradiciones que nacieron de esa pregunta
tan simple que sería muy difícil condensarlas en esta píldora. Tal pregunta
surgió en un momento cuando la vi levantar como si fuera una gran porción el
último grano de arroz que quedaba en su plato…
Mis posteriores reflexiones me condujeron a la importancia de
mantener los valores de integridad, humanidad, respeto y por supuesto lo agradable que me fue
entender que es posible vivir con lo que realmente necesitamos, con lo que
realmente nos es valioso y que si miramos a nuestro alrededor nos daremos cuenta
que tenemos cosas que realmente no necesitamos y que simplemente viven junto a
nosotros como un algo más que en su momento gozó de una importancia sumisa al
deseo… a la inmediatez, pero que ahora yacen
en nuestro privado cementerio del olvido.
Ayer tuve la oportunidad después de algún tiempo de escasez, de adquirir un pequeño paquete de arroz, lo
cociné lleno de entusiasmo y mucha felicidad, lo que me hizo recordar a “mi
Niña” y sus historias sobre el arroz en la cultura de su Pueblo, el significado
profundo para la vida de una nación, así como las hermosas enseñanzas que me
dejó.
Hoy dignifique su presencia en mi mesa levantando como si
fuera una gran porción el último grano de arroz…
Que descansen…
Vivir con lo que necesitamos es el deber ser, siempre y cuando no nos estanquemos como personas usando eso como excusa... un fuerte abrazo maestro.
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