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José, el extraño inquilino y la caja de juguete. |
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lunes, 28 de diciembre de 2020
domingo, 27 de diciembre de 2020
jueves, 17 de diciembre de 2020
sábado, 12 de diciembre de 2020
Chocheras - Cuentos cortos
Chocheras
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El teléfono de hilo. Emon. Ilustración digital. 2020. A.P. |
Debo comprar aceite en el mercado. Pensó Jacinto mientras escurría el envase.
¿Sabes las cosas de
Bernardo? Escuchó decir a María que entraba en ese momento a la cocina.
¿Qué pasa ahora con
Bernardo? Replicó Jacinto con enfado.
Me acaba de decir que
cuando lo venga a buscar la “pelona” lo entierren con las cucharas de madera
que usa para cocinar.
¡Ay! María ¡No hagas
caso, son chocheras!
Y, ¿Por qué dirá esas
cosas Jacinto?
Por Emérita…
¿Por Emérita? ¿Su hija
difunta?
Dice que nunca pudo darle
un plato de comida después que su mujer y él se separaron, ya sabes, chocheras
m’ija, chocheras…
Cuentos cortos
Elio Montiel
sábado, 28 de noviembre de 2020
Sobre Creer, Momo y eventos del pasado
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Ocaso. Emon. Foto Intervención digital. fotografía Emon. 2018. |
lunes, 9 de noviembre de 2020
De las sombras y una carta anónima.
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Viaje. Elio Montiel - Emon Bolígrafo. 30 x 22 cm. 2020. A.P. |
lunes, 2 de noviembre de 2020
Momo, la política y el político
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Prensa libre. Elio Montiel - Emon. Dibujo. 22,8 x 30 cm. 2020. A.P. |
Había salido de casa por unos breves momentos para cancelar la deuda de condominio en una oficina cercana. Podía haberlo hecho “on line”, pero sentí la necesidad de caminar aunque fuese unas pocas cuadras.
domingo, 11 de octubre de 2020
De los juguetes para armar y los cestos de papel
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Serie Texturas. Cuadricula. Elio Montiel - Emon. Material textil. 84 x 60 cm. 2020. |
lunes, 28 de septiembre de 2020
¡Quiero ser presidente! O sobre la Utopía de Momo
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Angel Caído. Elio Montiel. Acrílico sobre tela. 70 x 50 cm. 2006 |
La historia de hoy no iba a ser escrita, y quienes me siguen, saben que por lo general, suelo escribir con cierta periodicidad; pero los ánimos no estaban del todo bien y había resuelto tomarme el día, lo que por lo general resulta ser más productivo y ocupado de lo que suele ser.
Al llegar a casa de las
compras de la mañana; ¡Oh sorpresa! Encontré a Momo arrellanado cual mendigo
frente a mi puerta haciendo lo que le es más fácil hacer: dormir.
A su lado, el bolso raído
que gritaba: ¡por favor, lávame! Lo cual me hizo pensar que se había vuelto a
ir de casa. Me quedé observándolo, pensando en que nuevo lio se había metido
esta vez…
El sonido de la llave al
abrir la cerradura lo despertó. Tomó su bolso y pasó como “Pedro por su casa”
literalmente. Se detuvo unos segundos dándome la espalda y luego se volvió
hacia mí, me descargó de algunas bolsas y las llevó a la cocina. Volvió a la
sala y se arrojó al sofá en plan Superman. Mientras, yo lo observaba,
observarme por el rabillo del ojo.
¡Caramba! Dije: ¿Y que le trae por estos lares al Ciudadano Momo? Pretendiendo
sonar un poco irónico. ¡Días sin venir! Exclame con falsa sorpresa.
No, no ha pasado nada.
Dijo con la barbilla al pecho, y sí, tenía tiempo sin venir. Completó después
de bostezar largamente. Me miró desde las bajuras de su flojera, tendido en mi
sofá y dijo en tono muy serio: Quiero hablar contigo.
¡Muy bien! Contesté. Generalmente
no suele pasar Comenté con sorna. ¿Y que te inquieta esta vez? En el mismo tono
de sorna anterior, en tanto que sacaba los abastos de las bolsas.
Nada… quiero que me
asesores…
¡Wow! ¡Asesor del Sr.
Momo! ¡Que dignidad! ¿Y en que quieres que te asesore?
Se incorporó con aires de
seriedad y me respondió de corrido. ¡Quiero ser Presidente!
A ver Momo, cómo es eso
de que quieres ser presidente. ¿Presidente de qué?
Presidente. Respondió
convencido y alzando los con liviandad los hombros. ¡Presidente de la Nación!
Enfatizó como si se diera cuenta de que no lo creía una sola palabra de lo que
decía.
¡Espera! Pero, ¿Qué sabes
tú de ser Presidente? Nada. Respondió tan tranquilo. Por eso es que he venido a
hablar contigo para que me asesores…
Momo, pero si tu no sabes
de política ni leyes, ni de economía, ¡en fin! Ignoras muchas cosas que hay que
saber. Se me quedó viendo fijamente y francamente, pensé que abandonaría y
diría como siempre: ¡Es una broma! Por el contrario, se levantó del sofá y
dijo. ¡Tengo el propósito de ser Presidente de esta Nación!
Sentí tanta convicción en
aquellas palabras, que se me erizó la piel. Momo esta vez, hablaba en serio…
Me senté. No podía evitar
darme cuenta de que esa nueva actitud, en profundo conflicto con su aptitud me
había aflojado las piernas y auguraba para mi un dolor de cabeza.
Lo que dices es muy
grave. Dije con demostrada sorpresa
Pero, ¡es que todo está
mal hecho y sin lógica, nada funciona!
Aquella palabra: “Lógica”
parecía llegar desde un universo paralelo y no de la boca de Momo. Y debo decir
que estaba en un “Shock” oscilante entre reír y creérmelo. ¡Mas cerca de reír
claro!
De manera paternal le
expliqué que para eso necesitaba tener un programa político, una oferta válida
para las personas, además de conocimientos, ¡no sólo propósito!
Su respuesta fue aun mas
sorprendente. Bueno, aunque pero no los tenga, ¡hay otras personas que sí! Y pueden
ayudarme. ¡Tú por ejemplo! ¡Necesitamos cambiar cosas!
¡Vale! Respondió.
Educación…
Sabía que eso sería lo
primero que dirías. ¡Momo el Adivino!
Un poco más serio dijo. “Hay
que cambiar la forma en que se educa a las personas, tiene que ser de una forma
que ellos sientan que son personas y no un semillero de máquinas para hacer lo
que otros quieren, pero sobre todo formarlos en la capacidad de corresponder
con lo que aprendan
Política…
Se sentó, como si supiera
que Yo iba en serio…
Papá siempre decía que
todos éramos políticos, cosa diferente a ser de un partido. Por tanto, si todos
somos políticos debemos participar con seriedad en las decisiones que nos
afectan a todos pero siempre con honestidad y compromiso. Exclamó.
Justicia…
Se quedó en silencio unas
fracciones de segundo e inmediatamente dijo con los cachetes inflados. No hay
justicia si quien se encarga de ella, no la practica para sí y para los demás.
Economía…
No sé nada de economía, ¿Si?
Pero sé que debe haber alguien honesto que lo sepa y la mejor forma de saberlo
es que exista una especie de tribunal de competencia, que pueda decidir “Momo,
no sabe de economía, pero fulano, sí” y así también para todo lo que haga falta
para hacer una nación feliz y que sepa que tiene propósito su existencia…
Trabajo…
A estas alturas del
partido, comenzaba a convencerme que, a
quien tenía frente a mí no era Momo sino un Alienígena ¿Me lo habrán
secuestrado? Sumergido en mis propios pensamientos escuchaba en el fondo a Momo
decir su discurso de la importancia que tiene el trabajo para hacer sentir útil
a cada individuo “no es ni siquiera lo que haces, sino que lo haces y recibes
respeto por ello”
Ambiente y recursos
naturales…
Voy a hacer como haces tú
para explicarme ciertas cosas. Esta mañana me regalaron una revista donde vi
ilustraciones de hombres, mujeres y niños rodeados de un paraíso verde, donde
animales y seres humanos compartían relajadamente. “Edén” decía, pero entendí
que no se trataba de que el león no se comiera al hombre o el hombre no cazara
al elefante, sino del respeto a las vidas de todas las especies…
Dos largas horas se
sucedieron. Yo recitando palabras como una lista de mercado y Momo, este “Alienígena”
que me había llegado a casa, disertando sobre muchas cosas, sin pretender o
parecer estar en lo correcto, con respuestas para todo y también preguntas para
todo…
Lo interrumpí para
decirle que me parecían excepcionales sus opiniones, pero que ya era muy tarde.
Le propuse entonces una tarea.
Busca el significado de
la palabra “Utopía” Si después de conocerlo, aun quieres seguir siendo
Presidente… Te acompañaré en el camino, si decides que no, también…
Momo recogió su bolso, y
se dirigió a la puerta. Se volvió hacia mi y con una muy seria expresión en su
rostro me dijo: Nos vemos mañana.
Hasta mañana Momo, a
veces los sueños no deben soñarse, deben construirse…
Se sonrió y cerró la
puerta.
Yo me quedé pensando en
cuan sorprendentes pueden ser las personas.
Elio Montiel
Para Píldoras para dormir
conmigo mismo
Septiembre 2020
domingo, 13 de septiembre de 2020
SOBRE LA TERAPIA DE ESCRIBIR Y DE LEER
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Los dos Lados (Detalle). Elio Montiel. Dibujo en tinta sobre papel. 21 x 30 cm. 2020 |
No siempre existe la motivación para escribir, esa clase de automatismos no existen, o al menos en mi caso, Yo ejercito mis procesos en la escritura, realizando notas que en un momento dado pueden adquirir significado, un relacionamiento que pareciera acordar con circunstancias específicas de nuestro día a día.
miércoles, 2 de septiembre de 2020
De la ciencia ficción y la Isla de la Soledad
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Colour me True Black XII. Elio Montiel. Ilustración Digital. 1800 x 1676 Pxl. 2019 |
El agua de la tetera comenzó a hervir, nada mejor que el aroma evocador del café, sobre todo el de la tarde que parece revivir a cualquiera que a las tres de la tarde necesite evitar una pequeña siesta.
En la sala de la casa me
esperaba un gran amigo con el que comparto la misma pasión por la literatura de
ficción. Advertí su sonrisa de satisfacción al ver las grandes tazas de café en
mis manos. La conversación continuó relajada, nuestras voces sobresalían del
repiquetear de la lluvia que caía afuera y la atmósfera era propicia para una
conversación tranquila.
-
Entonces ¿te parece que el cine de ficción
advierte de la realidad futura?
-
Siempre he creído firmemente en eso. No
hay nada de mayor importancia que una persona con imaginación futurista.
Nuestro mundo está hecho gracias a esas mentes que imaginaron un mundo
terriblemente real en nuestros días. Dije con convicción.
La conversación se tornó
más profunda al tomar como ejemplo algunas películas y series que en el pasado
describían nuestra realidad actual. ¡El tiempo les ha dado la razón! Dije finalmente
sonriendo.
-
¿Incluso lo negativo?
-
Seguramente. Respondí.
Quiere decir, ¿aceptar
sin la menor protesta lo que nos sucede? No necesariamente. Para mí, en lo personal me es difícil aceptar
las cosas así nada más. Es mi naturaleza, mi sentido de justicia, sólo que
suelo darles tiempo a las cosas, ver que maduran finalmente. Dije: decidir cómo
actuar ante ellas.
-
Pero en el interín pierdes el tiempo,
sentenció.
Respondí con mi frase
cliché “El tiempo no se pierde, se vive, se respira o simplemente pasa” Es
decir no te desprendes, las circunstancias suceden siempre por una razón que
desconocemos en principio. Quitarle peso a cada situación que parece
derrumbarnos, es como la metáfora de las aguas del rio que fluye en nuestras
vidas; “siempre vuelven a ser cristalinas cuando pasan las tormentas. Ellas
mismas arrastran las aguas pantanosas”. ¡mira el tamaño de milagro que somos!
Lo cierto es mi querido
amigo que no podemos reducir todo a la simpleza o complejidad que pueda
parecernos el momento, las circunstancias o las personas, por eso siempre será
una cuestión de decidir como movernos en esas aguas, como conectarnos con todo
lo que nos rodea. Siento que eso es lo que hacen estas mentes maravillosas… no
ven el futuro, ven a las personas, a su entorno y juegan a imaginarlas en otros
contextos con sus características, valores y sueños. Si se aplicara esa formula
en la sociedad, la política, la educación, quizás hasta hubiésemos superado ya
a esas civilizaciones que proyectamos en una pantalla de cine o televisión.
-
Tú también eres una de esas mentes
imaginativas. Dijo como siguiéndome el juego.
No podemos quedarnos, o
mejor dicho creernos la Isla de la Soledad. Es necesario expandir nuestras
ideas, nuestra filosofía de vida y valores, nuestra consciencia de ser. Siempre
digo que somos una de esas centrales telefónicas antiguas. Uno decide con qué plug
o actitud y en qué línea llamémosla circunstancia, se conecta. La pregunta
final es qué tan asertivos estamos dispuestos a ser. De qué manera queremos
compartir este mundo para conducirlo a esos nuevos momentos o circunstancias
futuras que a veces, simplemente a veces, imaginamos.
Elio Montiel
Para Píldoras para dormir
conmigo mismo
Septiembre 2020
domingo, 30 de agosto de 2020
Sobre la agenda dominical y frases entre comillas
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Amante de luna. Elio Montiel. Foto intervención digital. Varios tamaños. 2018 |
lunes, 17 de agosto de 2020
Un cuento de pollos
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Libertad. Elio Montiel. Ensamblaje.Materiales varios de reciclaje. 37 x 57cm. 2018 |
Reí.
Sabía muy bien en mi interior que no podía ser otro que mi amigo Momo.
Al
abrir la puerta, pasó directo a la sala y se apoltronó como de costumbre.
Llevaba consigo un bolso deportivo y una bolsa plástica que contenía unos
zapatos. ¡Me acaban echar de casa! Dijo sin mucho preámbulo. Pensé que
seguramente había hecho otra de sus impertinencias. ¿Y tú que hiciste? Pregunté,
esperando una medianamente entendible explicación. ¡Me fui! Respondió subiendo
los hombros. A lo que me refiero es: ¿Qué hiciste para que te echaran de la
casa? Repregunté, entendiendo que no lo había hecho bien antes, con Momo hay
que ser muy específico. Bajó la cabeza y dijo. Mataron dos pollos para la cena.
¿Y por eso te fuiste? ¡Eran mis pollos! Pero Momo, si eso es la
cosa más natural. Respondí sin salir de
una especie de sorpresa burlona. ¡Pero estaban vivos! Respondió molesto, casi
como un niño. ¡Si! Igual que los que compras en el supermercado.
¡Claro,
claro! Respondió irónico. ¡Anda ya! ¡Regresa a tu casa y no des la lata! No
puedo… Dijo acomodándose aún más en la poltrona. …me dejé las llaves en el otro
pantalón.
Momo.
Dije pacientemente. Eso que has hecho no es de personas maduras. Vete a casa
que seguramente estarán esperando que regreses mientras se ríen de ti… Pues que
se rían, me importa un pepino. Escucha Momo…
Un
día, un niño estaba con su abuelo a la orilla del mar y le preguntó:
Abuelo.
¿Qué es el atardecer? El abuelo se quedó viendo hacia el horizonte y le dijo.
Es el mismo amanecer del día un poco más viejo que se prepara para enfrentar la
noche. Tú eres como el amanecer. Dijo el abuelo. Yo en cambio soy como el
atardecer. Cuando llegue la noche podré mirarla a la cara y decirle que he
tenido un día hermoso, con muchas lecciones, aciertos y desaciertos, que no me
llevaré mudanza alguna a la cama más que mis afectos… solo agradecimiento y
tranquilidad, como esos colores que ves en el firmamento…
Si,
entiendo. Dijo el pequeño
Sí
entiendo. Repitió Momo. Abrió su bolso y sacó un pollo que había comprado en el
super y lo dejó en el mesón de la cocina. Recogió sus pertenencias y al salir
me mostró tintineando su llavero para luego decir. Yo quería esos pollos…
Elio
Montiel
Para
píldoras para dormir conmigo mismo
Agosto
2020
jueves, 6 de agosto de 2020
De lo que damos, de lo que recibimos
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En la Pared II. Elio Montiel. Ilustración Digital. 2019 |
Un
maestro chocolatero recibió el tan ansiado aviso de que había clasificado para
el “Gran Concurso de Repostería de la Nación” Su exquisito pastel de calabaza y
chocolate amargo había hecho las delicias del jurado seleccionador.
La
buena racha había comenzado. Pensó, y finalmente podría salir de aquella
panadería de quinta categoría en la que había tenido que trabajar al regresar
de la guerra, cosa que siempre lamentaba al recordar el lujo e importancia de
sus trabajos previos.
Decidió
entonces prepararse para el gran día del concurso nacional. Por las noches,
cuando llegaba de trabajar a su modesta residencia horneaba deliciosas mezclas
que inundaban hasta fatigar con su aroma el pequeño espacio donde vivía.
Al
regresar a su trabajo cada día, preparaba las simples pastas y masas comunes
que terminaban perdiéndose en el mostrador de pastelería de aquella humilde
panadería.
Cierto
día llegó a la pastelería un anciano acompañado de su nieto mayor, quien
insistía en salir de allí y buscar otro lugar más acogedor y oferta más
apetitosa, sin embargo, el anciano, le decía al nieto que todo estaría bien. “A
veces de los hornos viejos y humildes se extraen productos dignos de un Rey”.
Miró al tendero y pidió que le sirviera un pastel de los que estaban en el
exhibidor. Sin hacer oídos al reclamo de su nieto, el anciano partió a la mitad
la pieza de “pâtisserie” y probó un pedazo para luego sacarlo con desagrado de
su boca y dejarlo nuevamente en el plato. ¡Te lo dije abuelo! ¡Hemos debido ir
a otro lugar!
El
anciano llamó al tendero y pidió hablar con el pastelero, a pesar del
desacuerdo de su nieto.
A
los pocos minutos salió el chocolatero algo molesto por el incordio de su jefe
y se paró frente al anciano que lo miró compasivamente a los ojos y le dijo.
Este pastel es realmente miserable, triste, desolado. Sabe a dolor y
desesperanza, algo que no necesitamos en estos tiempos, sin embargo, en el
corazón de su masa laten los sueños. ¿Y sabe algo? A mi edad aprendí que los
sueños se comparten. Hoy después de muchos años he vuelto a ver a mi nieto.
Pensé que moriría sin verlo una vez más, pero los sueños son un regalo que se
hacen realidad cuando mas los necesitamos. ¡No pierda la esperanza! Eso se
refleja en sus acciones, en lo que damos y en lo que recibimos.
De
los ojos del chocolatero rodaron unas breves lágrimas que inundaron sus ojos.
Le pidió disculpas al anciano y de su delantal extrajo un trozo de su pastel de
calabaza y chocolate que había preparado la noche anterior para comer durante
la jornada.
El
anciano lo llevo a su boca y luego de saborearlo casi infinitamente exclamó.
¡Este está vivo!
No
hay mucho mas que contar de esta historia mi querido amigo, aparte de que el
Maestro Chocolatero finalmente ganó el concurso Nacional de Repostería con un
humilde pero extraordinario pastel de calabaza con chocolate. ¡Ah! Y que uno de
los jurados principales de aquel concurso era el joven nieto de aquel anciano
que conoció ese memorable día.
Que
descansen…
Elio
Montiel
Para
Píldoras para dormir conmigo mismo.
Agosto
2020
De los mensajes Inconscientes ¿O encriptados?
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Equo N°3. Ilustración digital. Elio Montiel 2020 |
Pasaron las horas, pero
nada, permaneció mudo durante la mañana, la tarde y finalmente llegó la noche y
esta vez podía decir que mi día había transcurrido insospechadamente tranquilo.
Me fui a la cama con
algunas cosas para revisar, entre las que encontré un texto que hacía días
quería corregir, en ese momento llegó a mi memoria la vez que una hermana me
sugirió escribir sobre “el oficio del escritor”.
Comencé por la
ortografía, no sé si es una singularidad mía, pero suelo escribir en tropel,
sin hacer caso de como van saliendo las palabras, a veces estoy escribiendo y
suelo hacer notas al margen (escribo primero en papel) que seguramente serán de
otra idea o escrito futuro, por eso de que creo que mi cerebro trabaja en
múltiples dimensiones… ¿o direcciones?
En fin, comencé con la
ortografía. Pasado un rato, ya había concluido esa parte por lo que seguí con
el segundo paso: Simplificación de frases, oraciones y economía del lenguaje
sin que lo escrito pierda el sentido que quiero darle.
El tercer paso: revisar
puntuación, no es que sea muy bueno en eso, pero lo que si está claro es que me
gusta hacerlo de forma que parezca que estoy hablando con quien me lee, que
sienta que estoy allí hablándole a la cara, con mis pausas e imprecisiones, mis
miradas esquivas o directas o como cuando digo las cosas en carretilla por un
camino empedrado.
Me detuve brevemente en
ese específico momento y tomé un respiro…
Al retomar mi análisis,
me di cuenta que se me olvidaba poner el punto sobre la “I”, literalmente
(recuerden que primero hago un manuscrito). Así que me dije: “Pongamos los
puntos sobre la Íes”.
En una segunda pasada,
revisé que no se repitiera en las “T” a las cuales se me olvida ponerles el
palito desde mi época de primaria, en eso, ni el Padre Fermín logró con su
cordón Franciscano hacerme corregir, por lo que decidí darme un regaño oficial
y remarqué con un creyón rojo tanto los puntos de la “I” como los palitos de la
“T”.
Al final de aquel regaño,
entre puntos y palitos me quedé observando detenidamente…
Aquellas marcas al “azar”
hicieron que estallara en una sonora carcajada que me dejó casi sin aliento.
Debí taparme la boca temiendo que mis vecinos escucharan tal escándalo. El mapa
de puntos y rayas me hizo la noche y me mando feliz a dormir con su mensaje
encubierto.
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Que descansen…
Elio Montiel
Para Píldoras para dormir
conmigo mismo
Agosto 2020
lunes, 13 de julio de 2020
De Historia, recomendaciones y viajes fantásticos
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El teléfono de hilo I Ilustración - Elio Montiel |
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El teléfono de hilo II Ilustración - Elio Montiel |