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martes, 11 de febrero de 2014

El perdón de los Dioses




Siempre he evitado algunos temas de conversación porque creo que hieren la sensibilidad de las personas que me rodean, sin embargo, hace unos días comentábamos un grupo de amigos sobre la importancia de entender la responsabilidad que tenemos sobre nuestros actos así como la de asumir la consecuencia de los mismos.
Argumentaba en esta ocasión que hoy día se hace cada vez más clara la necesidad que tenemos de reconocimiento, y que la tendencia general es entender, quizás no tanto como quisiéramos, que al  final son nuestras acciones frente a la variedad de circunstancias que afrontamos como sociedad, las que pueden conducirnos a ser una mejor especie, y por supuesto,  cambiar nuestro sistema de creencias era uno de los primeros pasos a dar en el camino hacia el bienestar de la humanidad.
Estamos acostumbrados a ver fuera de nuestras propias vidas los hechos que irremediablemente son el producto de nuestras acciones, o como dije en esa oportunidad, nuestra sociedad psico antropológicamente necesita postrarse ante el dios del trueno y buscar en sus temores la forma de exculparse, eximirse de sus responsabilidades para acreditárselas y endilgárselas a seres que a consecuencia de nuestros miedos ancestrales y muchas veces nuestra propia comodidad, poseen el poder de distanciarnos de nuestras propias realidades y responsabilidades.
Esa forma de hipocresía ancestral, siempre ha estado tras las bambalinas de creencias y principios, simplemente nominales, porque no los ponemos en práctica y porque preferimos encontrar en la comodidad del perdón de los dioses las respuestas de nuestros destinos. Es una cuestión de valor como especie, con este valor y claridad de propósito ya hubiésemos solucionado los grandes problemas que aquejan a la humanidad.

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