Fotografía: Elio Montiel |
Conversando
con un gran amigo, le decía sobre la importancia de asumir la responsabilidad
sobre todo cuanto acontecía a nuestro alrededor, como una manera de producir
cambios radicales en la sociedad. Me decía: Soy una persona medianamente
responsable, ¡no voy a decir que soy una especie de Santo! Pero, llevo a mis
hijos al colegio, comparto sus actividades, camino por el lado derecho en las
estaciones del Metro, deposito la basura en sus cestos, no la arrojo a la
calle! Ayudo a los ancianitos, cruzo la calle cuando el semáforo está en rojo,
me hago responsable de mis acciones y por lo tanto trato de ser un buen
ciudadano, colaboro en cuanta rifa de beneficencia puedo y no veo los cambios
en las personas a mi alrededor, ¡por el contrario, cada vez me tropiezo con más
y más gente desobligada, grosera e irrespetuosa!
Es
verdad, le dije he visto como lo haces, ¡pero también veo que sigues queriendo
que cambien los demás! El juego del cambio consiste en que cambie uno,
sinceramente y sin importar que el otro lo haga o no. Un corazón que se llena
de sinceridad para realizar sus acciones es un verdadero corazón que cambia, el
que permite y da la libertad de que el otro cambie.
En
nuestro mundo, todos los días vemos como millones de personas con
responsabilidad y apego firme en lo que creen se paran frente a otros y dicen ¡Yo
confío en que mi mundo puede ser mejor y estoy dispuesto a hacer que cambie!
Para ello, creo, que esa persona debe, necesariamente comprender que su mundo
está en la frontera inmediata de su vida, es decir en sí misma. Día a día,
estallan en el mundo guerras, conflictos armados en pro de una revolución que
se estima beneficiará a todos, sin embargo los líderes de esas revoluciones no
llevan en su corazón el propósito de
producir el cambio en sí mismo, sino en lo que consideran que deben cambiar. A
mi manera de ver, el cambio debe ser reflexivo e interior, uno que mueva la
fibra profunda de nuestra vida y que termine en la misma vida, de otra manera
no puede ser posible que nuestra sociedad camine hacia un mundo mejor. El
cambio definitivamente empieza, donde uno aun no ha querido transformar las
cosas, en el corazón, donde se guarda la esperanza, pero también el rencor, el
irrespeto, pero también la fe, la
intolerancia y la compasión.
Mañana,
cuando te levantes de la cama y aun cuando no sientas necesario hacerlo, tiende
tu cama, aprecia tu entorno, vive con la sensación profunda de que es en tu
corazón donde se deben producir las grandes revoluciones, habla con quien no lo
quieres hacer, seguramente y aun cuando no te responda, te enseñará algo… ¡que
tú si puedes hacerlo!
Vive
libre y siéntete feliz de que otro lo
sea y sobre todo, no importa como comiencen o terminen, a qué o a quién dirijas
tus oraciones, incluye en ellas a toda la humanidad y a tantos que como tú
también están luchando para ser mejores personas. El corazón es la clave,
cambia las cosas en él y verás los resultados…
Interesante escrito.Más que cambiar debemos transformarnos.En seres espirituales proactivos con conciencia colectiva con modelos mentales y visiones compartidas .. Transformar es ir pasos adelantados al cambio .
ResponderEliminarGrande!!!
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