Buscar este blog

martes, 11 de febrero de 2014

Sobre ventanas y esperanza




Soy un apasionado de reciclar objetos, cosas que encuentro en la calle, que me obsequian los amigos que saben mi pasión por recrear sobre lo creado. Una silla, una botella, una tabla o simplemente una revista con muchos colores, se convierte en todo un proyecto que me reta a reinventar, investigar, aprender, pero sobre todo porque para mí guarda un significado muy especial el hecho de reciclar o como suelo decir: dignificar objetos que han sido apartados por no ser de “utilidad” para otros.
Fotografía: Elio Montiel
Muy en lo profundo siento que esos objetos abandonados a su suerte se convierten en verdaderos maestros y a la vez en el síntoma de lo que sucede en nuestra sociedad ¡Dejamos abandonado aquello que un día nos brindó satisfacciones, emociones, estatus! ¡Aquello que armonizó con nuestras vidas en su momento, pero que finalmente ya no nos servía! Para mi es obvio, quizás no para otros, que esa misma actitud se desliza caprichosa hacia otros contextos de nuestra vida.
En fin esta historia debió comenzar con… En una de mis caminatas encontré abandonadas para la recolección nocturna del aseo urbano, algunas pequeñas puertas de diferente tamaño (supuse que de un mueble de cocina). Recuerdo que tratando de parecer cuerdo, las lleve de regreso a casa, como quien lleva a un perrito callejero perdido. En el camino ¡ya sabía lo que quería hacer con ellas! Convertirlas en dos mesas de apoyo que nunca están de más. Mi mente trabajaba a millones de revoluciones por segundo, no tendría que trabajar mucho, estaban en perfectas condiciones, muy bien construidas en madera de cedro y con recuadros acristalados con vidrios de color humo, además se veía que habían sido recientemente pintadas a pistola en acrílico blanco, los vidrios aun tenían la cinta de enmascarar que servía de protección para que no fueran manchados durante la aplicación de la pintura. Decidí retirar la pintura y dejar la madera al descubierto, lo que imprimiría mayor  belleza a mi proyecto. ¡Mis mesas ya comenzaban a tener forma.
Lo cierto es que dejé un poco de lado y las dos puertas.-mesas quedaron arrinconadas en un lugar de la cocina y donde paulatinamente bajo mi mirada vigilante y atenta a no dejar las cosas así, comenzaron a sufrir una metamorfosis que las iba haciendo parecer ventanas. Al poco tiempo comenzaba a fastidiarme ver las puertas-mesas (y ahora ventanas) que quedaban nuevamente rezagadas de manera indolente. Me urgía resolver su situación a la brevedad posible.
En víspera de una reunión en casa tomé la decisión de hacer algo que continuara el proceso de dignificación de mis puertas-mesas-ventanas. Resolví colocarlas en la pared vacía de la cocina, coloqué unos pequeños tornillos sujetando un colgante por la parte posterior de cada una y las colgué allí como si estuvieran para abrirse a un paisaje desconocido… dos ventanas con vista a ninguna parte.
Si, no voy a negar que puede sonar como una locura, pero al final aquellas puertas-mesas-ventanas me recuerdan dos ideas fundamentales con las cuales trato de dormir todos los días: Que podemos dignificar nuestras vidas como a todo lo que nos rodea, simplemente decidiendo ver más allá de las dificultades y los obstáculos y que es nuestra opción colocar ventanas hacia la esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario