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martes, 11 de febrero de 2014

La arrogancia y el aplauso


Busca el Cielo bajo tus pies. Fotografía Osmar Romero


Conversaba con una de mis más grandes amigas,  esa clase de conversación que sólo se permiten los grandes amigos, sincera, alegre, sin temor a qué decir, totalmente desnuda, con silencios pertinentes. El tipo de conversación que sostienen aquellos cuyas vidas han estado emparentadas por la vida misma; con fuertes lazos de amor, confianza…
Hablábamos de capítulos importantes que atravesaron nuestras vidas, tratando de explicarnos cosas que ahora vemos diferentes… la madurez, pensé. En aquella época éramos arrogantes, pero nuestra arrogancia tenía su propio y soberbio escenario, era una arrogancia bendita por el arte, en el que sabíamos éramos buenos, mas por la pasión en lo que hacíamos que por una condición especial de vida. Reímos reconociendo que socializábamos muy poco, o con pocos, pero nuestra arrogancia palidecía ante la humildad de nuestra entrega en escena, donde dejábamos la sangre… y entonces, el estruendo del aplauso nos ungía de la gracia del espíritu sincerado, del alma exorcizada por nuestra representación.
La arrogancia sólo puede ser arrogancia cuando el fin convierte al otro en una clase de ser especial, es entonces así como descubre la estirpe de donde nace. La arrogancia sólo puede ser arrogancia si se entrega por entero a la justicia. La arrogancia es arrogancia, sólo cuando es capaz de señalar caminos de esperanza con auténtica firmeza, de guiar a los estadios más excelsos de la estética, de la libertad… de la felicidad. La arrogancia es un valor sincero que se descubre ante cualquiera sin temor, porque la arrogancia no tiene miedo a la censura.
La arrogancia habita en el corazón de aquel que está dispuesto a darlo todo para llenar los espacios sin límites de los escarpados vacíos que a veces a manera de circunstancias se apoltronan en la vida para dejar huellas.
Me quedé observando a mi amiga y reiniciamos la risa que por segundos había quedado paralizada entre los dos… Entonces le dije Sí, somos arrogantes!

Buenas Noches... Descansen

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