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martes, 11 de febrero de 2014

Reconocer al enemigo

Fotografía: Elio Montiel




Me llamó un amigo para decirme que encendiera la tele y ver una noticia que transmitían por un canal de televisión. La noticia trataba de la violencia desatada en una comunidad del interior del país, algo común en estos días y en este mundo. Al poco tiempo volvió a llamarme para preguntar mi opinión, pero con la intención real de que escuchara la suya…
Como siempre digo (incluso a mi mismo), es importante hacer una introspección consciente, una profunda reflexión en la que podamos ver (hay que practicar para esto jejeje, creo que no muchos lo hacen), con claridad y sin temor lo que hace que actuemos, pensemos y expresemos de tal o cual forma, eso que de manera individual nos hace ser únicos.
Como el gran colectivo que somos, también necesitamos hacer esa profunda reflexión, no podemos seguir negando al enemigo. Cuando reconocemos al enemigo, le damos cuerpo, estatus, características, perfil y razón de ser; en otras palabras, le damos identidad, nº de control, partida de nacimiento y credenciales. En esa misma proporción somos capaces de entenderlo y buscar sus raíces… es nuestra creación o engendro dependerá de cómo queremos verlo, es nuestra opción, pero ya no podremos negarlo. También estaremos en capacidad de extraerlo de manera radical (si es que creemos que es un tumor) o tomar ventaja de lo que nos puede enseñar.
Es importante tener en cuenta que reconociendo al enemigo (cualquiera que sea), también exponemos a su poder nuestras debilidades, nuestra pobreza de espíritu, nuestros miedos, intolerancia y muchas otras cosas de las que servirse como armas para enfrentarnos y mantenernos al vilo, dependerá de nosotros  extraer  de nuestra vida (y siempre será así), el valor para entender lo que se mueve en nuestro interior y comprender cómo se refleja en nuestro colectivo humano.
Al fin de cuentas, no importa qué o quién es el “enemigo”, ni en qué parte creemos que pueda encontrarse; lo que es verdaderamente importante, es si somos capaces de verlo a los ojos y enfrentarlo en buena lid, con rectitud, sabiduría, valentía y franqueza en nuestras intenciones. Es en esto último en lo que debemos buscar verdadera claridad, porque es en ese aspecto donde más flaqueamos.
Ahora me voy a dormir, quizás mañana con la mente más fresca pueda comprender y asimilar las razones y opiniones de mi amigo y muchos otros replicantes que sé hay por allí y que nos hacen seguir viendo pasar las mismas aguas bajo el puente, y por supuesto reflexionar sobre mi responsabilidad dentro del colectivo…

Que descansen…

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